Lo comunitario. Alternativas en tiempos de crisis
Editores:
Verónica Tapia Barría, Francisco Letelier Troncoso, Javiera Cubillos Almendra y Stefano Micheletti Dellamaría.
Ediciones UCM, 2021. 190 pp.
fecha recepción: 6 de junio de 2022 / fecha aceptación: 21 de junio de 2022
Por María Sol Anigstein1
Cómo citar este artículo: Anigstein, M. S. (2022). Reseña del libro: Lo comunitario. Alternativas en tiempos de crisis. Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, 8(1), 140-144. https://doi.org/10.29035/pai.8.1.140
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Me gustaría empezar diciendo que Lo comunitario. Alternativas en tiempos de crisis es un libro bellamente compuesto. Y digo bellamente porque además de las hermosas ilustraciones que acompañan cada capítulo, el libro, dividido en siete capítulos temáticos más una conclusión coral, va transitando por los relatos muy bien escritos de varias experiencias comunitarias que, en su diversidad, componen un collage emocionante y esperanzador. Refuerza este ánimo esperanzador el generoso prólogo realizado por la académica y activista latinoamericana Raquel Gutiérrez Aguilar.
Cualquier lectura que una haga, siempre es desde un lugar, una posición. La mía es la de una antropóloga social que ha estado trabajando en el último tiempo en temas vinculados a los cuidados comunitarios, desde la mirada de la salud colectiva (o también llamada medicina social latinoamericana) y también desde una perspectiva feminista, lo que implica situarlos como parte de los trabajos de reproducción social y sostenimiento de la vida. Es desde allí que leí y reseñaré el libro que les presento.
Hay dos aspectos que me gustaría destacar inicialmente. El primero es la inclusión de referentes teóricos latinoamericanos y locales, algo que no es tan frecuente de encontrar y que, desde mi punto de vista, nos lleva a unas reflexiones que resultan novedosas y atingentes. El segundo es que se trata de experiencias en ciudades intermedias de Chile, como Talca, Chillán, Rancagua y Curicó, algo que abre la reflexión a miradas que rompen con el centralismo al que estamos acostumbradas, en una suerte de desplazamiento epistemológico que puede entenderse como un avance hacia lo que Arturo Escobar (2020) llama pluriverso.
El libro, usando como punto de partida el concepto de entramados comunitarios propuesto por Raquel Gutiérrez, entendidos como la “compleja trama humana que abarca lazos más o menos permanentes que se construyen y reconstruyen entre las personas, conducentes a la satisfacción de necesidades comunes que permiten la producción y reproducción de la vida humana”(p. 15), va vertebrando una propuesta teórica que se gesta en el análisis y la reflexión acerca de experiencias comunitarias de diversa índole que, a primera vista, no son muy diferentes entre sí, pero que, sin embargo, gracias al andamiaje teórico con el que se abordan, nos permiten remirarlas en dimensiones y anchuras muy enriquecedoras.
Es así que al relatar y, con ello, reconstruir experiencias de economía solidaria, ollas comunes, espiritualidades comunitarias, organizaciones de apoyo psicológico y emocional, cuidados feministas y construcción de autonomías, se va confeccionando una conceptualización más profunda, rica y situada de lo comunitario. Esto, a modo de trama, anuda hilos –en el capítulo final se refieren a 10, pero yo creo que son muchos más–, que generan nuevas aperturas para pensar, en mi caso, los cuidados, lo común, la comunidad, los procesos de politización, entre otros.
En esta reseña, y con la idea de abrir el apetito a la lectura, me voy a detener brevemente en tres puntos que me parecen relevantes y especialmente estimulantes de esta construcción teórico-empírica.
El primero es la distinción propuesta entre el entramado comunitario de proximidad –referido a la contigüidad social y territorial y a la familiaridad de las relaciones– y el de politicidad –vinculado a la posición social compartida y horizonte ideológico de los actores respecto de lo público.
Esta mirada resulta muy fructífera no solo para comprender los procesos que se viven en distintos territorios en torno de crisis, como por ejemplo la pandemia por COVID-19, sino que es también un aporte para los estudios sobre cuidados comunitarios, definidos como las acciones y prácticas que colectivamente hacemos para mantener y reparar el mundo para vivir en él lo mejor posible, bajo el entendido de que los seres humanos somos ontológicamente vulnerables e interdependientes.
Un ejemplo de ello es que, en el cuidado comunitario, en su hacer incesante y que se activa con formas específicas para enfrentar la pandemia, parecen ir tejiéndose tramas comunitarias, que a la vez las soportan. Tramas que son tanto de proximidad como de politicidad, sin ser excluyentes.
Esta distinción abre para mí interrogantes sobre la relación/articulación/superposición de estos conceptos con los que estamos aproximándonos a las experiencias relatadas en este libro o abordadas en los casos en los que hemos estado investigando.
El segundo punto es la apertura de la tensión resistencia política/subsistencia colectiva propuesta para las ollas comunes, porque efectivamente es algo que vimos muy presente en los estudios de caso acerca del cuidado comunitario que nos ha tocado conocer.
Me gustaría compartirles un retazo del libro para dar cuenta de esto:
“Las ollas comunes, tal como otras expresiones comunitarias, contribuyen al objetivo de reproducir la vida, pues responden a una necesidad básica: dotar colectivamente de alimentación a una comunidad, más en un momento de crisis. Pero lo comunitario no se explica solo por la satisfacción de necesidades. Las personas podrían resolverlas en el mercado, en caso de estar integradas a los circuitos de producción y consumo, o a través de las ayudas estatales que se brindan durante la crisis sanitaria, de estar disponibles y ser suficientes. Sin embargo, algunas personas —ya sea por necesidad o por voluntad— apelan a una red de vínculos que produce un común, que les une y les permite sobrellevar, por otros caminos, el hambre; esto, logrando satisfacer de paso sus necesidades emocionales, de pertenencia o de expresión política” (En el capítulo “Ollas comunes: la solidaridad se cocina a fuego lento” de Aguila, Adasme, Paredes y Letelier, p. 58).
Tanto desde la perspectiva de los entramados comunitarios como de los cuidados, en el hacer juntos, en la construcción del común, se satisfacen estas otras necesidades, también importantes. No obstante, en ocasiones estas acciones podrían estar contribuyendo a una reproducción de la precariedad, o un “aguante” como forma de sobrevivencia. Por lo mismo esta tensión se articula indefectiblemente con aquella que refiere a las tramas de proximidad y de politicidad, ya que en la medida que se ensamblan, es posible pensar estas tramas comunitarias y acciones de cuidados como modalidades de construcción de un buen vivir (Anigstein et al., 2021).
El tercer punto que me parece muy interesante es el análisis en clave feminista que se hace de lo comunitario. El aspecto fundamental refiere a la feminización de las acciones comunitarias, algo que hemos también constatado en los estudios de cuidados, proporcionando pistas de la continuidad que hay entre aquello que las mujeres realizan en los espacios domésticos y su proyección en los espacios públicos. A la vez, el capítulo específico dedicado a experiencias de organizaciones feministas “¡Entre nosotras nos cuidamos! Sonata sobre un apañe feminista en tiempos de crisis” da cuenta de búsquedas para construir relaciones no opresivas, que toma la forma de espacios de cuidado, contención, refugio, reflexión y formación. Me tomo nuevamente de un pasaje del libro:
“…observamos que las prácticas de cuidado toman un rol protagónico en el accionar de las orgánicas, lo que se da en diferentes niveles y escalas, expresándose en dimensiones tanto materiales (alimento, techo, salud) como simbólicas (contención, cuidado, escucha). El «apañe» o la idea de «cuidarnos entre nosotras» es parte del discurso subyacente a las actuancias políticas feministas en contexto de pandemia. Un apañe frente al patriarcado, frente a la violencia machista perpetrada por diversos actores e instituciones, y que acentúa sus consecuencias a partir de las medidas de confinamiento domiciliario dispuestas por la autoridad sanitaria ante la pandemia por covid-19” (Cubillos, Tapia y Monsalves, p.126).
A estos tres puntos quiero agregar la advertencia que se realiza en el capítulo final, que me parece sumamente relevante para la reflexión y cierre de esta reseña:
“Lo comunitario no está exento de conflicto. Lejos de una concepción valórica en términos de pureza, los entramados son profundamente humanos y, por lo tanto, contradictorios, paradójicos” (Letelier, Tapia, Cubillos y Paredes, p. 183).
Referencias bibliográficas
Anigstein, M. S.; Watkins, L; Vergara Escobar, F. & Osorio-Parraguez, P. (2021). En medio de la crisis sanitaria y la crisis sociopolítica: cuidados comunitarios y afrontamiento de las consecuencias de la pandemia de la covid-19 en Santiago de Chile. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, 45, 53-77. https://doi.org/10.7440/antipoda45.2021.03
Escobar, A. (2020). Política pluriversal: lo real y lo posible en el pensamiento crítico y las luchas latinoamericanas contemporáneas. Tabula Rasa, 36, 323-354. https://doi.org/10.25058/20112742.n36.13
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