Editorial

 

Escribimos esta editorial a pocas semanas de iniciar el año 2022. Dos años han transcurrido desde el (mal) llamado estallido social del 2019, acontecimiento popular que removió las bases sociopolíticas e institucionales debido a la crítica ciudadana hacia la élite política y económica, como a la apertura de un cambio constitucional con la celebración de una convención con tal finalidad. O, al menos eso parecía. Sin embargo, las recientes elecciones presidenciales en Chile, durante el balotaje, se dirimió entre una opción de ultraderecha –que implicaba una continuidad con el actual gobierno y un regreso a ciertas lógicas de la dictadura– y una opción de centroizquierda que retoma el camino seguido por el gobierno de la nueva mayoría, haciendo también guiños a lo que fueron los gobiernos de la concertación. Las alternativas más radicales hacia la izquierda del espectro político quedaron al margen, con lo que el horizonte se mimetizó inesperadamente con el clivaje dictadura/democracia.

Lo que se percibió en Chile los últimos seis meses del año en curso fue un escenario de incertidumbre e incertezas generado también por la crisis sociosanitaria, que fue bien aprovechado para instalar un discurso del miedo y la desconfianza hacia el futuro, encarnado en la figura del otro, del extraño, el diferente y lo popular. Por otro lado, también se asentó un discurso de la esperanza hacia un futuro, menos desigual y más justo, encarnado principalmente en el cambio constitucional. De tal forma que el escenario se volvió muy ambivalente, en el sentido que fue definido por Zigmunt Bauman, para dar cuenta de la condición de la modernidad.

Tal contexto de ambivalencia lo podemos encontrar tanto en los “estallidos sociales” como en “olas de protestas” en Ecuador, Brasil, Bolivia, Perú y, más recientemente, en Colombia, aunque las causas de cada uno sean particulares, los efectos dejan ver la no necesidad de su ocurrencia, ni un telos definido, en tanto no han significado una mayor seguridad para la población ni para las instituciones democráticas. Tómese como ejemplos el caso de Brasil con el presidente Bolsonaro, o la situación del presidente Castillo en Perú, para no limitar la observación a un solo polo del espectro político-ideológico. Sin embargo, y nuevamente, tales turbulencias abren espacios a la rearticulación popular y ciudadana de carácter más situado y local, con lo que la ambivalencia vuelve a la primera plana.

No obstante el reconocimiento de la contingencia del acontecimiento, los trabajos que componen el dossier nos permiten problematizar la etiqueta de estallido, al menos para el caso chileno, porque reconocen la continuidad de ciertos procesos históricos que allanaron el camino a su ocurrencia y que, en parte, permitirían adelantarlo o, al menos, no reducirlo a un pasivo e impoluto “no lo vimos venir”. Planteamos lo anterior a manera de hipótesis, pues no estamos en condiciones de generalizar a otros países de la región, ni siquiera a Chile. De todos modos, los trabajos que componen la sección temática titulada Entre la protesta social y la institucionalización política: vías instituyentes para América Latina rastrean procesos de conflicto social que anteceden a las actuales olas de protesta en Chile, ya sea en el caso del movimiento estudiantil, el movimiento feminista o el movimiento de izquierda democrática popular en el caso mexicano y su transformación política-institucional con el gobierno de la cuarta transformación.

El número consta de seis trabajos evaluados por pares, de los cuales cuatro corresponden a artículos de la sección temática. Los otros dos trabajos corresponden a la sección general. Se agrega una colaboración final, completando el total de artículos del número, facilitado por la Dra. Arlette Pichardo Muñiz, que corresponde a la conferencia realizada para la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica del Maule, para enterar el total de siete artículos que contiene el número. Se incluyen dos reseñas de textos recientemente publicados. En primer lugar, la traducción reciente, realizada por la académica chilena Giannina Muñoz, de Nuevas agendas políticas del trabajo social, editado por M. Grey junto a S. Webb. Cierra el número la reseña de Jaime González del libro El Maule hoy, editado por Andrea Gartenlaub y Felipe Tello.

La sección de artículos temáticos abre con el trabajo intitulado “Poder popular y democracia de base en México”, de Ana Luisa Sánchez H., académica del Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. En su artículo, la autora expone el surgimiento del movimiento Izquierda Democrática Popular (IDP), una organización política de base, masiva y pacífica. A través de un abordaje etnográfico nos muestra la posibilidad de tomas de decisiones y prácticas comunitarias promovidas a partir de los espacios cotidianos donde se reside, se trabaja, se estudia y se moviliza, es decir, de una democracia de base, en estrecha relación con el territorio, en la que se reivindica a la comunidad como el lugar crítico de la transformación social, que ilumina desde otro ángulo de la izquierda popular mexicana, distinto del de la cuarta transformación de López Obrador.

Continúa el número con un foco en el proceso chileno, a partir de tres trabajos. El artículo “A 15 años de la Revolución Pingüina, ¿en qué están las reformas estructurales?”, del doctorante en la Universidad de Barcelona Juan Antonio Carrasco, nos propone un balance de los efectos en las políticas educativas por la irrupción de la movilización secundaria del año 2006. A partir de un trabajo con fuentes secundarias, el autor da cuenta de lo difuso de las agendas de reformas educativas, pues suponen una sintaxis compleja donde los problemas de la política educativa se configuran como un campo en disputa entre diferentes posiciones y proyectos. El artículo concluye que no es posible comprender el campo de producción de la política educativa en Chile en las últimas décadas, orientadas por una lógica equidad y justicia, sin considerar la intensificación de la protesta estudiantil.

La tercera colaboración titulada “El movimiento feminista chileno y la violencia de género. Claves de lectura para entender el tiempo presente”, de la Dra. Fabiola Miranda Pérez y la socióloga Maite Hernández, en base a un trabajo con fuentes secundarias, nos propone una mirada reflexiva de la conformación del movimiento feminista chileno a partir de una de sus aristas; específicamente se enfocan en la lucha por la democracia desde una vida libre de violencias, tanto a nivel de los debates y formulaciones teóricas planteadas en su seno como en sus repertorios de acción. El artículo nos procura una mirada procesual del movimiento feminista, desde el movimiento de mujeres en tiempos de la dictadura y sus continuidades respecto al movimiento social del Mayo Feminista de 2018, mirada que nutre el entendimiento de la reciente coyuntura política nacional, especialmente la clave feminista que apareció con fuerza desde mediados de noviembre del 2019.

En línea con los textos anteriores, desde una mirada presentista, aunque sin descartar lo procesual, el politólogo Nicolás Molina V., ofrece un trabajo de conceptualización que intenta demostrar lo novedoso del acontecimiento de octubre 2019 en Chile. En base a un trabajo etnográfico y el uso de un registro fotográfico de su autoría, Molina nos llama la atención que a pesar de la continuidad histórica de las causas de lo ocurrido, como la desigualdad e injusticia social, también se debe reconocer aquellos elementos distintivos del conflicto. Para ello se concentra en los modos de protesta acontecidos durante la revuelta de octubre, proponiendo la existencia de nuevos repertorios que denominará de la resistencia, en los que incluye acciones de autodefensa, resistencia y de ofensiva, que el autor detalla con fineza situacional. Concluye mostrando las formas de condensación de tales acciones y actos, resaltando el valor estratégico, simbólico y moral que alcanzaron.

La sección “General”, contiene dos contribuciones que proponen reflexiones y análisis sobre otras problemáticas y situaciones sociales. El primer trabajo de la sección, elaborado por la doctorante América Opazo, formula la sugerente pregunta de si es posible una comprensión ontológica del modo de vida campesino. Para tratar de dar respuesta, presenta una reflexión sobre el modo de vida campesino y las formas ontológicas de rastrear su existencia a partir de las formulaciones del antropólogo y sociólogo francés Bruno Latour, especialmente su propuesta de “investigación sobre los modos de existencia”. El trabajo se propone de una manera exploratoria de acercamiento al conocimiento campesino, asociado y vinculado a infraestructuras de huertas campesinas, para resaltar una entrada onto-epistémica al modo de vida campesino.

El siguiente trabajo, de los doctores Omar Cerrillo G., y Aristeo Castro R., ambos académicos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Cuernavaca, en México, elabora una reflexión sobre un mundo post-pandémico. Titulan su contribución “Escenarios posibles de un mundo postpandémico”, en la que, a partir de un corpus de literatura intelectual significativa, incluyendo nombres como los del antropólogo N. García Canclini, el sociólogo B. Latour o los filósofos S. Zizek y B. Chul Han, reconocen un conjunto de problemas que tal mundo deberá resolver. Los autores se concentran más que en proponer representaciones de mundos futuros, en resaltar vías de transformación de la realidad que ponen al centro los valores de la prudencia, la ciudadanía y la ética.

Cierra la sección de artículos, el trabajo de la Dra. Arlette Pichardo Muñiz, que corresponde a una conferencia realizada para la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica del Maule durante el segundo semestre del 2021. El texto nos muestra las bases, derroteros y alcances del Modelo PipoE, identificado por las siglas de tales componentes integrales como producto de la recapitulación y sistematización de más de 25 años de experiencia de trabajo de la autora. Es una propuesta crítico-reflexiva de gran alcance para la planificación de la intervención social que, sin duda, contribuye a actualizar una de las dimensiones fundantes de la disciplina del trabajo social.

Con el presente número nos propusimos contribuir a la difícil comprensión de la relación entre protesta social e institucionalización política. Consideramos que los trabajos seleccionados avanzan en tal dirección, lo que nos deja una sensación de satisfacción.

Sensación que se acrecienta, pues con el actual número se consolidan dos años de trabajo del actual equipo editorial de la revista. En este periodo hemos mantenido el flujo editorial a pesar de la pandemia global, hemos consolidado un estándar de selectividad, aumentado el número de materiales publicados por número y estabilizado la presencia de colaboraciones nacionales e internacionales. Entonces, podemos decirles con satisfacción que hemos logrado la primera parte de la tarea autoimpuesta.

 

 

 

Dra. María Gladys Olivo V.

 

Dr. Juan Pablo Paredes P.

Directora Revista PAI.

 

Editor Revista PAI.