Chile 2019 -2020. Entre la revuelta y la pandemia
Compilador: Javier Agüero. Ediciones UCM, 2020. 177 pp.
Fecha recepción: 23 de marzo de 2021 / fecha aceptación: 19 de mayo de 2021
Por Mg. Stefano Micheletti1
Cómo citar este artículo:
Micheletti S. (2021). Reseña del libro: Chile 2019 -2020. Entre la revuelta y la pandemia. Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, 7(1), 170-173.
http://doi.org/10.29035/pai.7.1.170
Presentación
“Chile 2019 | 2020. Entre la revuelta y la pandemia” es un libro coral, que se publica a finales de 2020 gracias al impulso del Director de Ediciones UCM, José Tomás Labarthe, y al trabajo de compilación realizado por el Dr. Javier Agüero, académico y director del Departamento de Filosofía de la Universidad Católica del Maule. Recoge en su interior diversas contribuciones en formato de ensayo, escritas por académicos y académicas de la misma casa de estudios. Además, propone a modo de cierre una interesante entrevista a la reconocida antropóloga chilena, residente en México, Rossana Cassigoli.
“Hay que decir algo”. Ese fue el llamado, casi un imperativo moral, que surgió desde la editorial, y que terminó involucrando en el proyecto de reflexión y escritura a un conjunto de personas que ya estaban movilizadas –con formas y tiempos distintos– alrededor de una coyuntura muy particular, que obligó un país entero a transitar desde la algarabía de las manifestaciones sociales a la soledad de las varias tipologías de cuarentena que se decretaron.
Sobre los ensayos
Filosofía, teología, sociología, trabajo social, economía, antropología: son muchas las miradas (y los marcos teóricos en juego) que encuentran cobijo en las páginas del libro. Se siente, en este texto, la presencia de un acto de resistencia –como lo define Agüero en el prólogo– que no se “atrinchera en el gueto radicalizado de la crítica ramplona de cara a las instituciones” (p. 10), una resistencia “imaginativa, re-creada desde los intersticios de la institucional y no por eso menos contundente” (p. 11).
El primer ensayo es de Rodrigo Núñez y Marcelo Valenzuela. “El encuentro de vivos y muertos” aborda, desde una perspectiva filosófico-histórica, el tópico de la muerte en tiempos de pandemia. Los autores plantean que las vivencias recientes han contribuido a la ruptura de la “transparencia” de la muerte –de ese mecanismo que, en tiempos normales, hace que la consciencia de la finitud de la vida pase a un segundo plano– y que a la vez han obligado a la modificación de un cierto “pacto social”, basado en un conjunto de ritos específicos, en la relación entre vivos y muertos.
En “Acoger lo inintegrable”, el teólogo Benoit Mathot busca interpretaciones a la realidad social actual en el seno de su disciplina, y en el marco de la que denomina “una profunda crisis de un modelo general de comprensión de la vida” (p. 29). Propone, en este sentido, trabajar el concepto de des-coincidencia –un desapego, inclusive con uno mismo, que abre brechas para crear “nuevos posibles”– como antídoto al “empantanamiento” que promueve el modelo neoliberal en Chile.
Por su parte, Javier Agüero se pregunta acerca de “La promesa de la memoria”, siguiendo las pistas del filósofo argelino-francés Jacques Derrida. El autor se opone a creer que la pandemia tenga la capacidad de destruir la comunidad política que se ha ido fraguando en las últimas décadas y se ha manifestado con fuerza a partir de octubre 2019. La memoria, si sabe guardar su promesa, permitirá entonces que la subjetividad colectiva y revolucionaria sobreviva al aislamiento impuesto.
También Javiera Cubillos comienza su reflexión a partir de una pregunta: “¿Por qué no hay Constitución sin feminismo?”. Este texto, que se nutre de los últimos acontecimientos sociales para proyectarse hacia el futuro posible, entrega una contundente argumentación sobre los elementos que no debiesen estar ausentes en el debate sobre la redacción de una nueva Carta Magna. Lo hace reivindicando el rol del movimiento feminista y de mujeres en el estallido social (y antes), y dejando en claro que una “Constitución con feminismo” debería trascender la paridad de género y reconocer el derecho a una vida digna de todas las personas, liberarse del clivaje público/privado (reconociendo como políticos también los espacios íntimos), acoger las demandas históricas del movimiento feminista y ser capaz de dialogar con las bases y los territorios.
En “Reflexiones sobre un proyecto ético”, Cristhian Almonacid entiende la pandemia –normalmente interpretada como un obstáculo para el despliegue del movimiento social– cual “realidad involuntaria que irrumpe en nuestros cuerpos para permitir una actividad voluntaria propiamente humana” (p. 78). Desde ahí es posible entonces pensar la construcción de un “proyecto ético”, que debiera fundarse en la participación ciudadana, en el desarrollo económico con justicia social y en la lógica de la empatía.
Marcelo Correa plantea luego “Una reflexión bioética en tiempo de crisis social y pandemia”, asumiendo como punto de partida la “constatación de la vulneración de la dignidad de la vida humana a consecuencia de las relaciones injustas y abusivas”. El autor pone el acento en el diálogo como herramienta para superar la crisis, y para ello –comenta– es necesario hacerse conscientes de las desigualdades de la sociedad, entender la necesidad que tenemos del “otro”, abrirse a la pluralidad, ser auténticos y reconocerse como interlocutores válidos.
“Habrá de gritar ¡Destrucción! Y dejará sueltos a los perros de la guerra” es una aproximación interdisciplinar a la crisis desde la perspectiva de la violencia liberadora y coercitiva, escrita por Haydée Fonseca y Hernán Guerrero. A partir de un análisis de la realidad política chilena del periodo que los autores definen de “bipoder”, buscan entender si las tensiones entre estos dos tipos de violencia podrán desembocar en un proyecto de desarrollo equitativo.
También la psicóloga Mariela Valdebenito, en su “La violencia como la continuidad del yo en la alteridad”, aborda el mismo tópico, pero desde una perspectiva psico-social y proponiendo una panorámica general acerca de cómo es posible reinterpretar el concepto de violencia en el medio de una crisis socio-sanitaria.
Por su parte, Sandra Vera se ocupa del concepto de “dignidad” en el ensayo “Sobrar como emoción política movilizadora”. Sin la pretensión de entregar respuestas, el texto contribuye a la generación de nuevas preguntas y pone particular énfasis en la importancia del “despertar” como proceso de desnaturalización de la (injusta) realidad socio-económica, para luego interrogarse sobre los frágiles equilibrios entre futuro y esperanza.
Gonzalo Núñez propone luego una reflexión sobre la crisis a partir de la noción de “liminalidad” en el texto “El paso de un estallido a una pandemia”, comprometido con la idea de que la filosofía “debe salir a disputar un espacio propio en el terreno de los debates políticos”. Allí, plantea que la crisis es en realidad una condición humana, y que tanto el estallido social como la pandemia nos disponen a vivir en ese espacio “límite”, que puede dar pie a un escenario de transformación.
Finalmente, la antropóloga Rossana Cassigoli es entrevistada por Javier Agüero, y relata su perspectiva acerca del estallido y la pandemia, tocando diversos temas como la memoria, el feminismo, lo político, el aislamiento, etc., en el contexto de una visita a su natal Nuñoa, que justo coincidió con los primeros tres meses del movimiento social.
Sobre el sentido del libro en su conjunto
Más allá de examinar cada ensayo, me gustaría comentar algunos puntos acerca del libro como unidad. En primer lugar, creo que se trata de un texto capaz de tomar ciertos riesgos y esto, sin duda, es un aspecto positivo. Se atreve a proponer un análisis incipiente sobre una realidad social en plena evolución, mientras acontecen los hechos. En este sentido, no es solamente una “escritura de interior”, como avisa la tapa, sino también una “escritura sobre la marcha”. Lo hace, lejos de la lógica del oportunismo editorial, con humildad, con muchos ensayos proponiendo nuevas preguntas más que imponer respuestas cerradas.
Por otro lado, en un libro que acepta el drástico giro de escenario, y amplía sus márgenes incluyendo la pandemia por COVID-19 en un proyecto editorial que inicialmente se proponía mirar “solamente” el estallido social. Se expone así a la posibilidad de que ámbitos importantes queden fuera –como la salud, o la cultura– pero es importante reconocer que abre un espacio a las voces que tenían algo que decir, que necesitaban salir en ese preciso momento. Hay allí un valor.
Finalmente, se percibe claramente la vocación del libro –y sus autores– por inmiscuirse en los asuntos públicos, desmarcándose del cliché del académico/a encerrado, pensativo, en su torre de marfil. Y esta “intromisión” (tan necesaria en estos días) tiene además la osadía de producirse desde la provincia, sin supeditarse a las voces de los próceres de las ciencias sociales y económicas de nivel nacional, que si bien son (a veces) lúcidas, padecen la limitación de pertenecer al centro simbólico del país y del saber formal. En ocasiones, es mejor vivir y mirar desde la periferia.
El libro es, en conclusión, una “fotografía documental” de un momento histórico para el país, y creo que junto con “repercutir” –objetivo que se propone el compilador en su prólogo– logrará también “trascender” en la medida en que los/as académicos/as involucrados sean capaces de seguir las pistas de sus propias reflexiones y volver a ponerlas en discusión en un tiempo más, con la mejor perspectiva que otorga el tiempo.