“Debatir la sociología”. Ligia Tavera Fenollosa y Nelson Arteaga Botello.
Autores: Ligia Tavera Fenollosa y Nelson Arteaga Botello.
FLACSO México, 2020. 157 pp.
Por Dr. Juan Pablo Paredes P.
Cómo citar este artículo:
Paredes, J. P. (2020). Reseña del libro: Debatir la sociología.Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, 6(2), 140-145. http://doi.org/10.29035/pai.6.2.140
Si bien las reflexiones que se proponen en los capítulos del libro “Debatir la sociología”, se inscriben al interior de los márgenes de sociología en tanto disciplina, sus argumentos los desbordan para proyectarse fuera de ellos. Con la excusa de discutir sobre “sociología”, la Facultad de Ciencias Sociales (Flacso), sede México, se propone una reflexión de más largo alcance, en torno a la actualidad y futuro de las ciencias sociales en la región. De acuerdo a las palabras de Gloria del Castillo, en el prólogo a la presente edición: “discutir la importancia del papel y los aportes de las ciencias sociales en función de la singularidad de nuestra institución, es decir, […] asegurar la formación de especialistas, la realización de investigaciones sobre problemáticas latinoamericanas y la difusión de su conocimiento en el campo de las ciencias sociales” (p. 7).
Con la sociología como excusa y el trasfondo de las ciencias sociales en México y América Latina, el libro compilado por la Dra. Ligia Tavera Fenollosa y el Dr. Nelson Arteaga Botello, ambas investigadoras1 de la Flacso México, tiene como propósito hacerse cargo del desafío de repensar las ciencias sociales. Para ello, el libro se compone de una variedad de trabajos que partiendo de problemas propios de la sociología, plantean discusiones, análisis y reflexiones que la relacionan y vinculan con otras disciplinas y/o perspectivas, no solo de las ciencias sociales. La obra se configura a partir de ocho colaboraciones, de diferentes autoras/es, y aunque sus preocupaciones son diferenciadas, van entrecruzando una serie de diálogos con, al menos, dos secuelas inmediatas.
Por un lado, se produce una apertura de las reflexiones sociológicas hacia el dialogo con otras disciplinas. Así tenemos que la sociología se encuentra con las filosofías del acontecimiento o con las variadas reflexiones del pragmatismo, con la historia cultural y la estética, con el feminismo, al mismo tiempo que dialoga con otras disciplinas sociales, como con la antropología, la ciencia política o la economía y el estudio de la tecnología, las políticas públicas, e incluso uno de los trabajos establece el vínculo con la zoología, a propósito del problema del cuerpo. En relación a todos estos intercambios, es posible hablar de un espíritu “trandisciplinar” e “interdisciplinar”, común a la base del texto. En segundo lugar, la variedad y variación “sociológica” de los temas tratados como de los análisis propuestos, que van desde el cuerpo, pasando por el análisis cultural, interaccional o procesual, o la incorporación de la dimensión estética y temporal, del análisis penitenciario a partir de una perspectiva feminista e interseccional, o los procesos de institucionalización política, por mencionar algunas de las propuestas contenidas en el libro. Tal crisol de temas y perspectivas, como bien dicen las editoras del texto en la introducción a la misma (p.20), pluraliza y refuerza el análisis sociológico, no necesariamente lo debilita, como pudiera pensarse.
La aparente paradoja anterior, el no debilitamiento del análisis sociológico pese a su diversificación interna y su apertura hacia el trabajo interdisciplinario, se supera al leer de manera conectada los capítulos que componen el libro. No tanto porque entreguen fórmulas o recetas para que ello no ocurra, al contrario, porque entregan múltiples elementos para problematizar y enfrentar la idea del fin de la sociología, mediante la posibilidad de establecer algunas vinculaciones. Vistos en su conjunto, los trabajos posibilitan avanzar ciertos criterios evaluativos que permiten descartar la idea del debilitamiento disciplinar, al cotejar la pluralidad de métodos de investigación, la heterogeneidad de perspectivas de análisis y la diversidad de ámbitos de observación “sociológica” (objetos). Estos son parte de los méritos de la obra.
¿Cuáles son las alternativas que el libro nos ofrece? La primera colaboración, intitulada “Las ciencias sociales frente al acontecimiento: reflexiones desde la filosofía francesa contemporánea”, escrito por Ligia Tavera Fenollosa, intenta saldar una deuda de la disciplina, y de las ciencias sociales en general, con el estudio del “acontecimiento”, devaluado y simplificado en nuestras disciplinas, lo que no ocurre en ciertas perspectivas filosóficas. De acuerdo a la autora, “el acontecimiento ha dejado de ser un simple fenómeno empírico para convertirse en una categoría social” (p. 23). Siguiendo a las filosofías francesas contemporáneas, especialmente a Badiou y Bensaid, pero también la reflexión desde la historia de Dosse, o el trabajo de análisis social de Queré, el acontecimiento, lo eventual, lo intempestivo, son constitutivos de lo social, proponiendo una reflexión que no se reduce a lo estable, estructurado, asentado, tan común en el análisis sociológico. El acontecimiento es una “ruptura instauradora” (p. 27), es decir, inauguran el tiempo, al momento que lo temporaliza. De tal definición, Tavera Fenollosa, deriva un conjunto de alcances metodológicos (interpretación), en relación al sujeto, a la experiencia del acontecimiento, y a la relación con la estructura, ofreciendo una propuesta compleja y bien armada.
El segundo capítulo es escrito por Luz Ángela Cardona y Nelson Arteaga, cuyo título es “Sociología pragmática: interacciones, procesos y cultura”, ponen a la sociología en dialogo con la tradición pragmatista norteamericana. Al tomar como punto de partida al pragmatismo, en la variedad de sus formulaciones (p. 42), la propuesta da relevancia a la capacidad agencial de los actores sociales frente a la realidad social, a partir de sus efectos prácticos (p. 43), tanto en lo que refiere al tema del orden como al del cambio social. Definen la influencia del pragmatismo en tres aproximaciones de primer orden en el panorama sociológico contemporáneo: el análisis interaccional, el procesual, y el cultural. La interacción la asocian a la obra de H. Joas, quien sigue la obra del interaccionismo simbólico, para desarrollar un modelo de acción creativa (p. 45-46). El modelo procesual es representado por la obra de A. Abbott, que asume el cambio como la forma de lo social (p. 47), en desmedro de la estructura, lo que acerca su propuesta a la definida en el capítulo anterior. Mientras que la cultura, es analizada siguiendo la propuesta de J. Alexander en torno a la pragmática cultural, es decir, entender lo social vía la idea de acción simbólica de los actores que se enlaza con textos culturales vía performances que son interpretadas por otros actores (p. 49-51). A partir de estas aproximaciones, Cardona y Arteaga mencionan como es posible superar viejas aporías como acción/estructura; institucional/cultural, a partir de las capacidades de los actores para producir el orden o el cambio, así como acelerar o detener procesos.
Liliana Martínez, en su capítulo “Renovar la sociología cultural desde las teorizaciones de la historia conceptual y la estética de la recepción”, se propone complementar el abordaje de la sociología cultural –tratada en el capítulo precedente– con la inclusión de la temporalidad y de la estética, reforzando el trabajo interpretativo de la experiencia del mundo social, propio de la sociología cultural (p.59). Para ello, recurre a la historia cultural y conceptual, junto con las reflexiones recientes de la estética de la recepción. La pretensión de la autora es elaborar una propuesta epistémica, en clave transdisciplinar, que le permita a la sociología cultural “ahondar la reflexión teórica y analítica en torno a la temporalidad y la contingencia de la acción y la interacción social simbólica (p.60). Apuesta, entonces, por dar relevancia a la audiencia social en el proceso de la interpretación, enfatizando la actividad de la recepción, en consideración de la elaboración social y colectiva de experiencias y expectativas, que introducen el tema de la temporalidad en la interpretación. Termina identificando tres desafíos para la sociología cultural, a partir de estos enfoques (p.68)
“Cuerpos, técnicas y juegos de espacio”, es el cuarto capítulo, elaborado por Santiago Carassale, que nos propone “un debate renovado de las ciencias sociales, en particular en la sociología desde una perspectiva teórica” (p.73). El trabajo en sí mismo es una provocación a debatir y reflexionar, cuyo punto de arranque sigue al teórico de los sistemas sociales autopoiéticos, Niklas Luhmann, en torno al concepto de cultura para establecer un juego de fronteras, en sus palabras, entre colectivos, espacios y tiempos, pero para profundizar la relación entre actores, sus cuerpos y su situacionalidad (p.74-75). El autor propone trabajar la frontera entre la zoología y la sociología, en la que participan distinciones de la filosofía, la etnografía, la paleontología, para desarrollar sus argumentos en torno al cuerpo, al lugar y la situación. Carassale, nos presenta un tipo particular de juego de fronteras en el que se implica a los cuerpos humanos, situados en tiempo/espacio definido, que también generan distanciamientos, posibles de superar por cierto, recurriendo a herramientas técnicas, entre ellas las corporales (p.83-84). El trabajo comentado es un “juego” de saberes que posibilita llevar la reflexión sociológica a otros “lugares”, a los que ella no está acostumbrada.
Gisela Zaremberg y Carlos Torrealba, en una profunda reflexión desde la sociología política, nos vuelven a situar en el terreno de la relación entre las instituciones políticas y la vida social. Su trabajo “Sociología política relacional: aportes analítico-metodológicos para la investigación social”, se ocupa de ilustrar los procesos de institucionalización, recurriendo a tres enfoques: los encajes institucionales, la intermediación, y la cohesión-centralidad, en clave del análisis de redes sociales (p. 89). Las autoras, estableciendo un vínculo estrecho con la investigación empírica en base a preguntas orientadoras (teorización de rango medio), se proponen comprender el vínculo recíproco entre sociedad y política (instituciones), a partir de una perspectiva relacional que permita considerar los efectos de lo social en las estructuras políticas; la manera en la se refuerza la institucionalidad o la dominación, pero también las formas en que actores logran establecer dinámicas propias de creación colectiva. Concluyen, reconociendo que su propuesta permite ampliar la concepción de representación proponiendo una renovación del lenguaje bajo el concepto de intermediación política, reconociendo una diversidad de circuitos de intermediación que exceden el campo de lo meramente electoral (p. 102).
El trabajo de María Luisa Torregrosa despliega la veta de la investigación social en clave multidimensionalidad. Bajo el título “Reflexiones en torno a la investigación sociológica y la multidimensionalidad”, la autora, se ocupa de alcances epistemológicos, metodológicos, teóricos y empíricos, del trabajo investigativo. A partir de su vasta experiencia investigativa en el estudio del agua y la problemática ambiental como fenómeno complejo, propone alcances para revisar su “forma multidimensional” (p. 107). Esto es, el dialogo necesario con otras disciplinas y perspectivas. El capítulo parte del reconocimiento de un deterioro ambiental significativo, que obliga a los actores a enfrentar una serie de desafíos, que requieren respuestas colectivas y colaborativas entre actores, conocimientos y saberes. Esto la lleva a plantear una herramienta multidimensional para la investigación, el ciclo hidrosocial, como un campo definido entre lo hidrológico y lo social (p. 113), que facilita producir conocimiento crítico sobre la naturaleza social del agua.
En “Cárcel y género: una arqueología desde los feminismos”, Chloé Constant nos invita a utilizar las perspectivas de género, feministas e interseccionales para comprender el sistema carcelario, a partir de sus dinámicas, relaciones y definiciones, lo que influye en la forma en que las criminales son definidas tanto como objetos y sujetos criminales (p. 119). Partiendo desde los trabajos de M. Foucault, E. Goffman y otros, la autora muestra el avance en las analíticas del estudio de la prisión en la actualidad, para profundizar en las epistemologías feministas y la criminología, en base a una estrategia situada para el estudio carcelario (p. 126), cuestionando de paso, las miradas androcéntricas que colonizaron los estudios carcelarios. A partir de esto, la autora definirá un conjunto de retos y desafíos para los estudios carcelarios en clave de género y feminismo (p. 127-128).
Finalmente, en el capítulo octavo, Mónica Casalet, ingresa al debate los estudios de ciencia y sociedad, para reforzar los argumentos a favor de una perspectiva transdisciplinaria. Su colaboración “El desafío de las ciencias sociales en la explicación y gobernanza del ecosistema digital” muestra las formas en que las ciencias sociales, particularmente la sociología, apoyan el desarrollo de dinámicas tecnológicas y producción económica. El trabajo colaborativo y bien orientado, lo que la autora denomina gobernanza anticipatoria, entre diferentes actores, científicos sociales, tecnólogos y empresarios, puede garantizar procesos de desarrollo, en el marco de la globalización de la producción digital (p. 137). Innovación, redes, tecnología digital, cultura digital, sistemas socio-técnicos, son las claves de lectura que permiten ahondar sobre una gobernanza de los procesos productivos en la sociedad digital. Casalet, señala la importancia de construir una estructura institucional que establezca relaciones público-privadas, en las que las ciencias sociales pueden ser una agencia relevante para fomentar la gestión multidisciplinar requerida por los actuales procesos de producción digital (p.149)
Los trabajos de “Debatir la sociología”, tanto de manera individual, pero sobre todo al leerse de manera conjunta, permiten bosquejar los alcances de sus reflexiones para las ciencias sociales regionales, y no solo las mexicanas, que podrían fomentar un conjunto de debates situados para el ejercicio interdisciplinar. Destacaré tres de ellos.
En primer lugar, el reconocimiento de la pluralidad de perspectivas, herramientas, fundamentos, objetos, invitan a optar por programas de investigación diversos, que fomenten la reflexión ontológica, epistemológica, analítica y metodológica, tanto en su especificidad como en su posibilidad a la fertilización cruzada, lo que es beneficioso para la disciplina, como para el conjunto de las ciencias sociales, pues abre la puerta a la reflexividad.
En segundo lugar, como efecto de la reflexividad, la pluralidad interna e interconexión entre disciplinas, invita a fomentar la imaginación epistémica al interior de la investigación social. Innovar en aproximaciones metodológicas, conectar perspectivas analíticas diferentes, articular fines cognoscitivos distintos, como por ejemplo, explicar e interpretar o explicar y emancipar, son ejercicios bienvenidos y celebrados.
En tercer lugar, y nuevamente como efecto de la reflexividad y en conexión a lo anterior, la experimentación práctica de alternativas invita a la reflexión de los alcances éticos y políticos de nuestro que hacer. La experimentación práctica, como las expresadas en el volumen comentado, nos vuelve a ubicar en unas ciencias sociales situadas en el mundo social, vinculadas con su producción y con efectos para la vida colectiva.
Por cierto, el libro tiene algunos problemas propios de toda obra colectiva, aunque sale bien parados de dos muy frecuentes. Los capítulos que lo componen presentan diferencias en la profundidad con que abordan su tema, sin embargo cuentan con cierta equivalencia que no hace de ese problema algo evidente o molesto. Por otro lado, muchas veces en las obras colectivas cuesta ver su continuidad y mucho más su unidad, pero no es el caso del libro. Desde el prólogo, la obra señala su objetivo, muy bien refrendado en la organización de los capítulos que permite ir definiendo algunas líneas de continuidad, entre los cuatro primeros capítulos más analítica y conceptual, aunque todos aportan reflexiones metodológicas, mientras que los cuatro siguientes enfatizan en la vinculación con el trabajo empírico, sin descuidar lo analítico.
Lo expuesto hasta acá, permite recomendar la lectura del libro y su apropiación, tanto a estudiantes, docentes e investigadoras/es de las ciencias sociales. Es un libro de fácil lectura, escrito de manera no criptica y sin preciosismos innecesarios, por ende, también puede ser utilizado por el público lego, aunque requiere de ciertos conocimientos fundamentales para su cabal compresión.