EDUCACIÓN EN SEXUALIDAD, AFECTIVIDAD Y GÉNERO. PERCEPCIÓN DE ESTUDIANTES SECUNDARIOS EN UN ESTABLECIMIENTO EDUCACIONAL DE LA COMUNA DE CORONEL

Education in Sexuality, Affectivity and Gender. Perception of secondary students in an educational establishment in the commune of Coronel

fecha de recepción: 27 de mayo de 2024 / fecha de aceptación: 24 de julio de 2024

 

Isaac Ruiz Muñoz1, Karina Barrales Pérez2, Diego Campos Aravena3,
Branco Madariaga Manríquez4 y Danais Miranda Peña5

 


Cómo citar este artículo:

Ruiz Muñoz, I., Barrales Pérez, K., Campos Aravena, D., Madariaga Manríquez, B. y Miranda Peña, D. (2024). Educación en sexualidad, afectividad y género. Percepción de estudiantes secundarios en un establecimiento educacional de la comuna de Coronel. Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, 10(1), 27-41. https://doi.org/10.29035/pai.10.1.27

 

 

Resumen

Este trabajo presenta algunos hallazgos emergentes dentro de una investigación que se propuso analizar la relación entre afectividad y sexualidad en el programa de educación en Sexualidad, Afectividad y Género, ejecutado en un liceo de la comuna de Coronel. El propósito del estudio fue evaluar el programa a través de la percepción del alumnado que se formó en torno a la propuesta, cuyas edades comprenden un rango de 15 a 17 años. La metodología es cualitativa, con un enfoque fenomenológico y centrada en un análisis del núcleo básico de carácter inductivo. Se realizaron un total de 14 entrevistas semiestructuradas. Los hallazgos emergentes, distintos de los objetivos de la investigación inicial, indican que la formación en educación sexual se ha enfocado en lo reproductivo, dejando de lado el componente afectivo. Las dimensiones centrales que debería tener un programa de estas características, según la percepción de los adolescentes beneficiarios, incluyen el bienestar emocional, la interacción social y diversidad, y la ética y cuidados. Se constata la necesidad de evaluar el cumplimiento del programa en cuestión y su compromiso de incorporar la afectividad.

Palabras clave: Sexualidad, afectividad, género, educación

 

Abstract

This work presents some emerging findings within research that aimed to analyze the relationship between affectivity and sexuality in the education program on Sexuality, Affectivity, and Gender, carried out in a high school in the commune of Coronel. The purpose of the study was to evaluate the program through the perception of the students themselves, who were trained around the proposal, whose ages range from 15 to 17 years. The methodology is qualitative with a phenomenological approach and focused on an analysis of the basic core of an inductive nature. A total of 14 semi-structured interviews were conducted. The emerging findings, different from the initial research objectives, indicate that sexual education training has focused on the reproductive aspect, leaving aside the affective component. The central dimensions that a program of these characteristics should have, according to the perception of the beneficiary adolescents, involve addressing the emotional well-being dimensions, social interaction and diversity, and ethics and care. The need to evaluate compliance with the program in question and its commitment to incorporating affectivity is noted.

Keywords: Sexuality, affectivity, gender, education

Introducción

La educación sexual suele ser un tema de interés en la agenda nacional chilena, a raíz de discusiones como la presentación del proyecto propuesto por la diputada Camila Rojas en la Cámara de Diputados en el año 2021, el cual enfatiza la inclusión de la educación sexual, afectiva y de género desde la primera infancia. Este proyecto fue rechazado por falta de quórum, evidenciando la influencia que tiene el mundo adulto en materia de sexualidad (Bruna, 2020). Tras este traspié en el proceso legislativo, el equipo docente del Centro de Estudios de la Sexualidad en Chile (CESCH) se refiere al adultocentrismo en la sexualidad, indicando que aún es un tabú para muchos. El mundo adulto actual, encargado de hablar sobre estas temáticas, fue criado bajo estrictas reglas morales y religiosas que han impactado negativamente en su capacidad para abrirse a estas discusiones. Así, la conducta de los adultos no contribuye a que los adolescentes puedan elaborar consideraciones autónomas sobre la vivencia de la sexualidad, ya que está ausente de toda conversación (Yáñez et al., 2023). Como consecuencia, se aprende e internaliza como un tema del que no se debe hablar, generando una brecha inicial en los procesos educativos sobre educación sexual, que luego deben ser abordados por los espacios educativos, sean estos escuelas, liceos o colegios, que intentan desarrollar estas conversaciones iniciales que debiesen ocurrir tempranamente entre padres y sus hijos (Muñoz y Revenga, 2005; Obach et al., 2017).

No obstante, el Estado ha implementado políticas públicas enfocadas a la educación sexual en el nivel de enseñanza media a través de la ley N°20.418, que reconoce el derecho de toda persona a recibir educación, información y orientación en materia de regulación de la fertilidad, con el objeto de decidir sobre los métodos de anticoncepción y prevención de las enfermedades de transmisión sexual. La ley refiere textualmente en su artículo N°1 que:

Los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado deberán incluir dentro del ciclo de Enseñanza Media un programa de educación sexual, el cual, según sus principios y valores, incluya contenidos que propendan a una sexualidad responsable e informe de manera completa sobre los diversos métodos anticonceptivos existentes y autorizados, de acuerdo al proyecto educativo, convicciones y creencias que adopte e imparta cada establecimiento educacional en conjunto con los centros de padres y apoderados (Ley N°20.418, Diario Oficial de la República de Chile, 18 de enero del 2010).

La legislación obliga a los establecimientos educacionales de enseñanza media a implementar un plan de educación sexual que incluya contenidos netamente centrados en una sexualidad responsable y en los métodos anticonceptivos, promoviendo solo la prevención de enfermedades de transmisión sexual y el embarazo adolescente, con una visión de la sexualidad como una práctica reproductiva.

Pese a ello, existen programas de educación sexual que han incluido la afectividad dentro de su diseño, en un intento por transitar desde lo exclusivamente reproductivo con foco en la prevención de los contagios de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Un ejemplo de esto es el Programa de Educación en Sexualidad, Afectividad y Género, que considera que incorporar la afectividad en la educación sexual trae beneficios para la población adolescente. En palabras de Barragán (1999):

Si pretendemos construir una sociedad en la que hombres y mujeres podamos convivir en igualdad y sin discriminaciones, es imprescindible proporcionar al alumnado una educación afectiva y sexual de calidad, pues la ausencia de ésta no solo influirá en posibles disfunciones sexuales, sino que también impedirá transformar las bases sociales para favorecer la construcción de una sociedad más democrática. No podemos olvidar que, si bien la sexualidad humana está íntimamente ligada a lo privado, también está regulada social y culturalmente (p.9).

En asociación con esto último, la UNESCO (2018) afirma que la educación sexo-afectiva en las escuelas tiene efectos positivos entre el alumnado, les ayuda a mejorar sus actitudes respecto a su salud sexual y reproductiva, y además contribuye a la prevención y reducción de la violencia y la discriminación de género. Por su parte, la OMS (2018), a través de su informe La salud sexual y su relación con la salud reproductiva: un enfoque operativo, también plantea que la educación sexual integral es un método de prevención ante la violencia de género. Sumado a esto, autores como Beltramo (2020) refuerzan la necesidad de programas de educación afectivo-sexual para reducir los niveles de agresividad en las relaciones entre jóvenes, aumentar el auténtico respeto y mejorar las capacidades de proyectarse en la vida a largo plazo.

Es importante mencionar que en las orientaciones para el diseño e implementación de un programa en sexualidad, afectividad y género (MINEDUC, 2017), se abordan varios enfoques clave. En primer lugar, el enfoque formativo, que reconoce al individuo como un ser biopsicosocial y orienta la educación hacia el desarrollo integral de la persona en los ámbitos moral, espiritual, social, intelectual, afectivo y físico. En segundo lugar, el enfoque de género, que se centra en el aprendizaje de ser mujer u hombre en diversos espacios de socialización, valorando por igual tanto las similitudes como las diferencias sin distinción de género. Finalmente, el enfoque inclusivo, que implica un proceso de cambio en las prácticas y la cultura del establecimiento educativo, reconociendo y respetando la diversidad cultural y social de la población que atiende, incluyendo sus características personales y contextos religiosos, étnicos, sociales, económicos y culturales.

Tras la breve discusión aquí realizada, planteamos que existe una disyuntiva importante de problematizar en términos de investigación social, que resulta clave para el correcto diseño de planes, programas y procesos de intervención que articulen los diseños de educación en sexualidad respecto de población adolescente en espacios educativos secundarios. Como hemos constatado, las evidencias expuestas conectan la educación en sexualidad con foco en la afectividad, desde una perspectiva de género, con la disminución de los eventos de violencia entre pares, debido a relaciones sexoafectivas o por identidad de género en el contexto educativo.

Las cifras nacionales reflejan la existencia de violencias de género asociadas a la ausencia de una correcta educación en materias de sexualidad y afectividad (Faur y Gogna, 2016; Báez, 2016). Según las cifras reportadas por el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género (2022), en Chile, durante el año 2020 se registraron 43 femicidios y 151 femicidios frustrados. En 2021 se registraron 44 femicidios y 163 femicidios frustrados. Por su parte, en 2022 se registraron 42 femicidios consumados y 178 femicidios frustrados. Cifras alarmantes y sostenidas a través del tiempo, pese a la cobertura mediática que se les brinda cada vez que ocurren estos hechos.

Respecto a la comuna de Coronel, donde se encuentra el liceo, podemos señalar que, según cifras del Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD), entre los años 2020 y 2022 se han acumulado 2,035 denuncias cuyo contenido se asocia a violencia intrafamiliar, sin descontar la ocurrencia de hechos de violencia que terminan en femicidios (consumados o frustrados) que reportan a los datos del total nacional.

Por tanto, proponemos observar las relaciones conceptuales y empíricas que hemos caracterizado al interior de un establecimiento educacional secundario de la comuna de Coronel, que además ejecuta el ya mencionado “Programa en Educación en Sexualidad, Afectividad y Género”.

En virtud de la relación que hemos descrito, surge el interés por conocer la percepción de los propios adolescentes que son formados en base a este programa de educación sexual, cuyos enfoques intentan vincular perspectiva de género con base en relaciones afectivas en vínculo con la sexualidad. El análisis preliminar de este trabajo nos permite identificar tres dimensiones centrales para los adolescentes beneficiarios, que se han caracterizado en torno a las dimensiones de bienestar emocional, interacción social y diversidad, y ética y cuidado.

Diseño metodológico

Esta investigación se posiciona desde un enfoque fenomenológico, que desarrolla una crítica fundamental al naturalismo científico, el cual postula que la ciencia debe descubrir las leyes que rigen la realidad, considerando a la persona como otro objeto natural. La fenomenología argumenta que tratar la conciencia como un objeto presenta un límite a esta visión, ya que la subjetividad humana es la base de todo conocimiento científico. Por lo tanto, hay un error lógico al intentar explicar este fundamento usando lo que ya se ha creado. Es necesario explorar qué tipo de enfoque novedoso se requiere para entender la subjetividad humana (Fuster, 2019), especialmente en lo que respecta a sexualidad y afecto.

Los aportes de la fenomenología al estudio de la subjetividad humana, en este caso, asociados con la percepción en torno a la construcción de una identidad y vivencia de la sexualidad tras participar en procesos formativos en programas diseñados en la materia, son:

1. Describir y entender los fenómenos desde el punto de vista de cada participante.

2. Permitir al investigador confiar en su intuición y en la imaginación para capturar las experiencias.

3. Situar las experiencias en términos de su temporalidad, espacio, corporalidad y el contexto relacional.

4. Utilizar técnicas cualitativas de investigación (entrevistas, grupos focales, revisión documental, historias de vida) para recuperar las experiencias cotidianas y/o excepcionales (Creswell, 2005; Hernández et al., 2006).

Una vez expresado el enfoque de esta investigación, reiteramos el sitio donde se aplicó el estudio: un establecimiento educacional secundario de la comuna de Coronel, donde se imparte el ya mencionado programa.

La muestra la conforman 14 participantes voluntarios, distribuidos equitativamente según sexo: 7 mujeres y 7 hombres. Es importante destacar la aplicación de asentimientos y consentimientos para las entrevistas, tomando todos los resguardos éticos necesarios para el desarrollo de la investigación social con menores de edad.

Dada la complejidad, especificidad temporal y geográfica del objeto de estudio, se optó por una metodología que no tiende a su reducción a través de variables predefinidas, sino que se orienta a rescatar las perspectivas de los sujetos de estudio en su totalidad y diversidad (Flick, 2004).

Es necesario explicitar que el fenómeno estudiado se comprenderá a través de la interpretación realizada por los investigadores, constituyendo su propia visión y experiencia como un aspecto relevante en el proceso de análisis e interpretación de datos (Flick, 2004; Ruiz, 2009; Rew et al., 1993, citado en Strauss y Corbin, 2002).

Este estudio es de tipo cualitativo, de núcleo básico y de carácter inductivo. La técnica utilizada para el levantamiento de la información fue la entrevista semiestructurada, con un guion de entrevista temático pero de preguntas abiertas, dejando suficiente espacio al interlocutor para expresar aquellas cuestiones que le resultaran significativas pero que inicialmente no habían sido consideradas por el equipo investigador. Así, se identificaron las repeticiones en los relatos de los entrevistados, lo que favoreció la identificación de tres categorías centrales para los adolescentes participantes: bienestar emocional, interacción social y diversidad, y ética y cuidados. Estas tres categorías ordenarán la siguiente presentación de resultados.

Resultados

Bienestar emocional

Para los entrevistados, el bienestar emocional es un componente clave que debe ser considerado al momento de diseñar programas de educación sobre sexualidad y afectividad. Esta categoría se compone de tres elementos esenciales:

1. Afectividad:

Prácticamente de manera instantánea, los entrevistados refieren la necesidad de abordar la afectividad como componente central en los programas de educación sexual. El concepto que resuena adecuado para referirse a estos programas es sexo-afectividad. Resulta interesante la capacidad de los entrevistados para detectar que las preocupaciones adultas e institucionales se centran en el control del embarazo y la no transmisión de ETS. Por el contrario, sus intereses particulares en este tema pasan por identificar herramientas o, bien, que se instalen diálogos orientados a una vivencia sana de la sexualidad en vínculo con lo afectivo.

“La afectividad, porque no lo enseñan mucho.” (Entrevista 2)

“Quiero que me hablen de la relación afectiva.” (Entrevista 7)

2. Confianza:

El programa de trabajo debe favorecer la construcción de confianza. Esta debe generarse entre los participantes y sus relatores; y también debe considerar a los padres de los adolescentes, pues para los entrevistados, poder hablar con ambos padres sobre estas temáticas resulta significativo.

“Lo hablo solamente con mi mamá, pero [porque ella] me da esa confianza, así que no, no me produce nada de miedo.” (Entrevista 7)

“Yo siento la libertad de poder hacer preguntas y poder hablar estos temas porque siento que es parte importante de nuestro desarrollo día a día, pero he sido testigo de que muchos han preferido callar y quedarse con la duda.” (Entrevista 13)

Para los adolescentes, también resulta relevante que sea un foco de trabajo la educación para la sana construcción de confianza con los pares con quienes, posiblemente, pudiesen entablar una relación sexo-afectiva.

“No debería tener relaciones si no me siento segura, es como más allá, es tener confianza cada uno. Si yo, por ejemplo, no me siento segura al saber que él está haciendo algo mal, no lo tendría por qué hacer.” (Entrevista 8)

3. Vergüenza:

Una tercera dimensión clave del trabajo orientado al bienestar emocional pasa por el reconocimiento e intervención sobre lo que hemos subcategorizado como vergüenza. Para algunos adolescentes, resulta dificultoso conversar este tema entre pares, no obstante, esto no es tan significativo como cuando se trata de abordarlo con adultos. Aquí, la brecha generacional o, bien, las asimetrías de edad parecen marcar un obstáculo importante a considerar al momento de definir estrategias que permitan una mejor aproximación desde el mundo adulto para el trabajo con adolescentes en esta materia.

“Con mi mamá no me siento cómoda, no me siento cómoda porque ella está en esa época [pasada].” (Entrevista 3)

 

Interacción social y diversidad

Una segunda dimensión identificada en el análisis se refiere a lo que hemos catalogado como interacción social y diversidad. Los dos componentes centrales de esta dimensión son el reconocimiento y respeto por la diversidad en sí misma, así como la necesidad de gestionar y agenciar procesos de participación activa.

1. Diversidad:

La diversidad constituye un componente clave a la hora de hablar de una educación sexual integral. Este hecho genera cierto grado de preocupación en nuestros entrevistados, debido a la poca información que se les entrega por parte de la institución educativa a la que pertenecen.

“Enseñar distintos tipos de pareja.” (Entrevista 12)

“Cómo se llega a tener relaciones con una persona que es gay a otra persona y no sabes qué hacer, eso nos falta hablar. Porque casi siempre hablan de lo normal de un hombre y una mujer, pero nunca hablan de otros géneros. Me gustaría aprender más sobre los géneros, porque los demás siempre nos explican todo. Agregaría la sexualidad de géneros, porque hay como más de mil, no sé cuántos géneros, entonces eso igual está relacionado con la educación sexual.” (Entrevista 10)

2. Participación activa:

Los entrevistados, todos adolescentes, identifican y demandan la relevancia de ser considerados en la elección de temas y en el diseño de las estrategias didácticas para el abordaje de una educación en sexualidad y afectividad. Por otro lado, les parece que estos temas no solo deberían trabajarse en base a un programa particular, sino que algunas entrevistas permiten suponer la necesidad de transversalizar estrategias pedagógicas y didácticas en distintas asignaturas, permitiendo trabajar de distintos modos y en distintas instancias una vivencia sana y responsable de la sexualidad y la afectividad.

“Entregar información clara como información importante, pero más didáctica, la mayoría de los talleres se hacen en un ppt y esas cosas, pero faltan más allá donde los estudiantes puedan sentirse partícipes de dicha charla.” (Entrevista 13)

“Que no solo se enseñe esto en los colegios, sino que también se pueda enseñar en lo que es clase, en clase afuera al aire libre, que los niños puedan ver y observar, pero no que sean tan demostrativas, como los países más desarrollados.”
(Entrevista 5)

 

Ética y cuidado

La última dimensión identificada por el equipo investigador la hemos referido como ética y cuidado. En el análisis de esta dimensión, sus componentes constitutivos son dos elementos centrales: el respeto y la prevención.

1. Respeto:

Para los entrevistados, el respeto es una cualidad clave para entablar relaciones interpersonales sanas. Asocian respeto con consentimiento cuando se trata de avanzar en relaciones entre pares que pueden llegar a tener un componente sexo-afectivo. Identifican esto como un elemento anterior y necesario para poder hablar de afecto en el marco de la relación.

“Es necesario el consentimiento de las dos personas, o sea el afecto hacia la otra persona.” (Entrevista 4)

“Así que igual nadie te puede obligar a hacer lo que tú no quieres y si ya tú quieres hay que hacerlo con la medida responsable.” (Entrevista 8)

2. Prevención:

Esta subdimensión parece ser claramente entendida y reconocida por los adolescentes entrevistados. Lo anterior se relaciona directamente con los énfasis que suelen tener los programas de educación sexual disponibles, y que además es consistente con los objetivos de los adultos (padres y profesionales) que demandan o se preocupan para que los temas de sexualidad se aborden en los establecimientos educacionales, manteniendo el foco en la prevención del embarazo y el NO contagio de ETS.

“Como le digo, solamente hablan de cuidarse y ya. Nomás lo básico, que siempre hay que usar condón y si no te sientes bien con esa persona, no hacerlo y ya, eso es lo único que nos dicen.” (Entrevista 3)

“De lo que se habla más que nada es sobre las enfermedades de transmisión sexual y el embarazo a temprana edad.”
(Entrevista 9)

Discusión

Bienestar emocional

Los relatos de los adolescentes destacan la afectividad como un componente crucial en los programas de educación sexual. Los entrevistados señalan la necesidad de abordar la afectividad como un componente central, ya que los programas actuales se enfocan principalmente en la prevención de embarazos y enfermedades de transmisión sexual (ETS). Esto refleja una carencia en la evaluación de impacto en la población objetivo. Como señala Cabrera et al. (2018), “un entorno social que brinde una educación sexual con una mirada sexoafectiva es fundamental para fomentar relaciones saludables” (p. 280). La falta de enfoque en la afectividad limita la capacidad de los adolescentes para desarrollar relaciones afectivas saludables y tomar decisiones informadas sobre su sexualidad.

La confianza es otro factor clave mencionado por los adolescentes. La construcción de confianza es esencial para que los adolescentes se sientan cómodos hablando sobre sexualidad con pares, adultos y sus propios padres. Sin embargo, la falta de confianza, junto con la vergüenza, a menudo lleva a la desinformación. Alvarado (2013) plantea que “cuando los jóvenes no tienen a quien acudir, muchas veces intentan aclarar las dudas con sus amigos, en situación de desinformación también con lo que aumenta aún más el grado de desinformación” (p. 339). Es crucial generar vínculos de confianza con los adolescentes para que estén dispuestos a recibir información de educación sexual y puedan resolver sus dudas sin temor.

Por otro lado, la vergüenza es un obstáculo significativo para los adolescentes al hablar de sexualidad. Muchos no se sienten cómodos al hablar con un adulto o con sus padres, lo que coincide con lo que plantea Obach (2017): “estas carencias de la educación sexual impartida en las escuelas se potencian por la falta de comunicación que los adolescentes declaran tener con sus padres y adultos significativos en los ámbitos de la sexualidad” (p. 851). La vergüenza contribuye significativamente a la desinformación en educación sexual, ya que limita las oportunidades de los adolescentes para discutir y aprender sobre estos temas de manera abierta y sin prejuicios.

 

Interacción social y diversidad

La diversidad es un componente central en la educación sexual integral según los entrevistados. Los adolescentes muestran preocupación por la baja importancia otorgada a la diversidad por parte de los establecimientos educativos, especialmente en cuanto a los diversos tipos de parejas y la diversidad de sexualidades existentes. Maldonado (2018) menciona la escasa orientación sobre métodos de inseminación artificial y las infecciones de transmisión sexual entre mujeres lesbianas, lo que refleja una falta de inclusión en los programas educativos. La incorporación de estos temas no solo beneficia a la población LGTB+, sino también a la sociedad heterosexual al ayudar a reducir la discriminación. Maldonado (2018) destaca que “la mirada desde las vivencias y logros de los grupos LGTB ayudaría a integrar otras miradas socialmente políticas centradas en la lucha por la igualdad de oportunidades o la equidad sexual”.

Por su parte, la participación activa es otro aspecto importante resaltado por los adolescentes. Los adolescentes muestran una clara intención de ser considerados en la elección de temas y en el diseño de estrategias didácticas para la educación sexual. La Convención de los Derechos del Niño (1989, Artículos 12, 13, 14, 15, 17) subraya que la materialización de estos derechos es una precondición para que los niños, niñas y adolescentes puedan expresar sus puntos de vista y ser tomados en consideración en los asuntos que les afectan. Esta actitud positiva hacia la participación es respaldada por Ciudades Amigas de la Infancia (UNICEF, 2016), que menciona el creciente interés por la participación política de los jóvenes como un cambio de paradigma en la manera en que la sociedad adulta observa el papel de los jóvenes.

 

Ética y cuidado

El respeto es un elemento fundamental para establecer relaciones interpersonales sanas. Los adolescentes asocian el respeto con el consentimiento y lo consideran un componente esencial para avanzar en relaciones sexoafectivas. Beltramo (2020) afirma que los programas de educación afectivo-sexual podrán reducir los niveles de agresividad en las relaciones entre jóvenes, aumentar el auténtico respeto y mejorar las capacidades de proyectarse en la vida a largo plazo. Establecer el respeto como un pilar central en la educación sexual ayuda a los adolescentes a sentirse seguros al tomar decisiones y a establecer relaciones respetuosas y consensuadas.

En cuanto a la prevención, los adolescentes mencionan que este es el aspecto tratado con más énfasis en los establecimientos educativos, centrándose en el uso de anticonceptivos y la prevención de ETS. Esto está en línea con la Ley N°20.418, que obliga a los establecimientos de enseñanza media a implementar un plan de educación sexual enfocado en una sexualidad responsable y en los métodos anticonceptivos. Sin embargo, los adolescentes expresan que la educación sexual no debe limitarse solo a la prevención de enfermedades y embarazos, sino que también debe abordar dimensiones emocionales, sociales y psicológicas. La UNESCO (2018) y la OMS (2018) señalan que la educación sexoafectiva en las escuelas tiene efectos positivos en la salud sexual y reproductiva de los adolescentes y contribuye a la prevención y reducción de la violencia y la discriminación de género.

Conclusión

La falta de atención a las emociones en la educación afectiva, sexual y de género indica una necesidad de revisar y modificar los programas actuales. Los adolescentes muestran un fuerte interés en incluir las emociones en la educación sexual, destacando la importancia de integrar dichos aspectos en los programas educativos. Esto incluye reconocer y validar las experiencias emocionales de los jóvenes, y brindarles un espacio seguro para que expresen y exploren sus sentimientos. La vergüenza, la falta de confianza y la desinformación son barreras significativas para la comunicación abierta entre adolescentes y adultos. Estos hallazgos resaltan la importancia de adoptar un enfoque sensible e integral para el diseño e implementación de programas de educación de género, reconociendo y abordando las redes sociales y emocionales relacionadas con el género.

La categoría de interacción social y diversidad subraya la importancia de incorporar una perspectiva inclusiva en la educación sexual. La baja importancia otorgada a la diversidad sexual y a las distintas formas de relaciones es un llamado de atención para los profesionales abocados a lo educativo en términos de sexualidad. Es fundamental desarrollar programas que no solo promuevan la prevención, sino que también fomenten la comprensión y el respeto hacia la diversidad sexual, promoviendo un ambiente inclusivo y libre de prejuicios.

La participación activa de los adolescentes en su formación sexual es un aspecto clave identificado en los resultados. Este hallazgo resalta la importancia de empoderar a los adolescentes, reconociendo su capacidad para influir en los asuntos que les afectan directamente. Fomentar la participación activa no solo es un derecho fundamental según la Convención de los Derechos del Niño, sino que también contribuye al desarrollo de individuos comprometidos y conscientes de sus derechos y responsabilidades en la sociedad.

En conclusión, los resultados destacan la necesidad de una educación sexual integral que aborde no solo la prevención, sino también las dimensiones emocionales, sociales y afectivas de la sexualidad. La creación de programas inclusivos, que fomenten la participación activa y respeten la diversidad, es esencial para el bienestar y el desarrollo integral de los adolescentes en el contexto estudiado.

 

Referencias bibliográficas

Alvarado, J. (2013). Educación sexual preventiva en adolescentes. Contextos: Estudios De Humanidades Y Ciencias Sociales, (29), 25-42. https://revistas.umce.cl/index.php/contextos/article/view/299

Báez, J. (2016). Políticas educativas, jóvenes y sexualidades en América Latina y el Caribe. Las luchas feministas en la construcción de la agenda pública sobre educación sexual. En Movimientos de mujeres y lucha feminista en América Latina y el Caribe, (pp. 73-122). Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

Barragán, F. (1999). Programa de Educación Afectivo Sexual. Educación Secundaria. Junta de Andalucía. Consejería de Educación y Ciencia e Instituto Andaluz de la Mujer.

Beltramo, C. (2020, febrero 27). Desafíos de la educación afectivo-sexual. Proyecto Educación de la Afectividad y Sexualidad Humana, Universidad de Navarra. Educaweb. https://www.educaweb.com/noticia/2020/02/27/articulo-carlos-beltramo-proyecto-educacion-afectividad-sexualidad-humana-universidad-navarra-19095/

Bruna, J. (2020). Hablar sobre sexualidad continúa siendo un tabú: los pendientes de la educación sexual en Chile. El Mostrador.

Cabrera, V., Docal, M., Manrique, L., Cortés, J. y Tobón, C. (2018). Familia y escuela: contextos asociados al inicio de la actividad sexual de los adolescentes colombianos. Revista de Salud Pública, 20(3), 279-285. https://doi.org/10.15446/rsap.v20n3.60386

Centro de Estudios y Análisis del Delito. (2020, 2021, 2022). Estadísticas delictuales sobre violencia intrafamiliar a la mujer en la comuna de Coronel.

Creswell, J. (2005). Educational research: Planning, conducting, and evaluating quantitative and qualitative research. Upper Saddle River: Pearson Education.

Faur, E. y Gogna, M. (2016). La Educación Sexual Integral en la Argentina. Una apuesta por la ampliación de derechos. En I. Ramírez Hernández (Comp.), VOCES DE LA INCLUSIÓN Interpelaciones y críticas a la idea de “Inclusión” escolar (pp.195-227). Praxis Editorial.

Flick, U. (2004). Introducción a la Investigación Cualitativa. Ediciones Morata.

Fuster, G. (2019). Investigación cualitativa: Método fenomenológico hermenéutico. Propósitos y Representaciones, 7(1), 201-229. https://dx.doi.org/10.20511/pyr2019.v7n1.267

Hernández, R., Fernández, C. y Baptista, P. (2006). Metodología de la Investigación. Mc Graw Hill.

Ley N°20.418. (2010). Fija normas sobre información, orientación y prestaciones en materias de regulación de la fertilidad. Chile.

Maldonado, C. (2018). Miradas de los grupos LGBT en Chile para diseñar un programa de educación sexual a través de la red. Revista Némesis, (14), 65-87. https://revistanemesis.uchile.cl/index.php/RN/article/view/65908

MINEDUC. (2017). Orientaciones para el diseño e implementación de un programa en sexualidad, afectividad y género. División de Educación General y Equipo de Unidad de Transversalidad Educativa.

Ministerio de la Mujer y Equidad de género. (2022). Violencia contra la mujer: Femicidios consumados y frustrados.

Muñoz, M. y Revenga, M. (2005). Aprendizaje y educación afectivo - sexual: Una revisión de los planteamientos iniciales del aprendizaje de las cuestiones sexuales. Revista galego-portuguesa de psicoloxía e educación, 12(10), 45-56. https://hdl.handle.net/2183/7013

Obach, A., Sadler, M. y Jofré, N. (2017). Salud sexual y reproductiva de adolescentes en Chile: el rol de la educación sexual. Revista de Salud Pública, 19(6), 848. https://doi.org/10.15446/rsap.v19n6.70023

OMS. (2018). La salud sexual y su relación con la salud reproductiva: Un enfoque operativo. https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/274656/9789243512884-spa.pdf

Strauss, A. y Corbin, J. (2002). Bases de la investigación cualitativa. Técnicas y procedimientos para desarrollar la teoría fundamentada. (Primera edición en español). Editorial Universidad de Antioquia.

UNESCO. (2018). Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad: Un enfoque basado en la evidencia.

UNICEF. (2016). Ciudades amigas de la infancia. Los jóvenes impulsan nuevas formas de participación en democracia.

Yáñez. C, López. V y Tirado. F (2023). Gobernar la sexualidad: Análisis de la discusión de un proyecto de ley en Chile. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

 

Dirección de correspondencia:

Isaac Ruiz Muñoz

Contacto: iruizm@ubiobio.cl

Esta obra se encuentra bajo una Licencia de Creative Commons

Reconocimiento-No Comercial-Compartir Igual 4.0 Internacional

 

1 Trabajador Social, Dr. (c) en Trabajo Social, Universidad Alberto Hurtado, Mg. en Intervención Familiar, Universidad de Concepción, Docente Universidad del Biobío, Concepción, Chile. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1419-5577. Correo electrónico: iruizm@ubiobio.cl

2 Licenciada en Trabajo Social, Universidad del Biobío, Concepción, Chile. Correo electrónico: karina.barrales2001@alumnos.ubiobio.cl

3 Licenciado en Trabajo Social, Universidad del Biobío, Concepción, Chile. Correo electrónico: diego.campos2001@alumnos.ubiobio.cl

4 Estudiante de Trabajo Social, Universidad del Biobío, Concepción, Chile. Correo electrónico: branco.madariaga2001@alumnos.ubiobio.cl

5 Estudiante de Trabajo Social, Universidad del Biobío, Concepción, Chile. Correo electrónico: danais.miranda2001@alumnos.ubiobio.cl