UNA APROXIMACIÓN AL RECONOCIMIENTO SOCIAL DEL ENVEJECIMIENTO Y LAS VEJECES DESDE LOS VÍNCULOS COMUNITARIOS

An approach to the social recognition of aging and old age from community ties

fecha de recepción: 6 de junio de 2023 / fecha de aceptación: 3 de mayo de 2024

 

Montserrat Olvera Grande1 y Edgar Israel Belmont Cortés2

 


Cómo citar este artículo:

Olvera Grande, M. y Belmont Cortés, E. (2024). Una aproximación al reconocimiento social del envejecimiento y las vejeces desde los vínculos comunitarios. Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, 10(1), 43-67. https://doi.org/10.29035/pai.10.1.43

 

 

Resumen

En este artículo, reflexionamos sobre la experiencia social y las subjetividades que se crean en el proceso de envejecimiento y en la vejez. Sostenemos que el respeto y el valor asignado a las personas envejecidas (y a los colectivos) sugiere, en principio, la construcción de una imagen positiva de sí mismos, pero esta construcción está sujeta a un conjunto de condicionantes que deben ser observados a partir de la trayectoria, la posición y las relaciones que posibilitan, en mayor o menor grado, el reconocimiento social (Honneth, 2006, 2010).

La fragilidad de los vínculos sociales, asociada a la inseguridad, el miedo o el maltrato, afecta la confianza, la integridad física y afectiva de las personas mayores y, por tanto, su reconocimiento social. Desde la experiencia de personas envejecidas en Tlaxcala, con edades entre 60 y 85 años, exponemos que la lucha por el reconocimiento social de las personas mayores se apoya en la construcción de espacios de solidaridad, apoyo y cuidado mutuo, y en los vínculos comunitarios. Subrayamos la importancia de los vínculos comunitarios para crear espacios de solidaridad en el marco de una crisis societal atravesada por procesos de precarización de la vida y por el retraimiento de la protección social.

Palabras clave: cuidado comunitario, envejecimiento, reconocimiento social, valorización social, vínculos comunitarios.

 

Abstract

This article reflects on the social experiences and subjectivities that are created during the aging process and in old age. We maintain that the respect and value assigned to older persons (and their collectives) initially suggest the construction of a positive self-image; however, this construction is attached to a set of determinants that should be observed in light of life trajectory, position, and relationships that enable, to a greater or lesser extent, social recognition (Honneth, 2006, 2010).

When the weakness of social bonds is associated with insecurity, fear, or mistreatment, it affects the sense of trust, physical and affective integrity of older persons and, consequently, their social recognition. Based on the experience of older persons in Tlaxcala, whose ages range from 60 to 85 years, the article sets forth that the struggle for social recognition of older persons is grounded in the construction of spaces of solidarity, social support, and mutual care, and in community bonds. We emphasize the relevance of community ties for creating spaces of solidarity in the context of a societal crisis characterized by the precarization of life and the dismantling of social protection.

Keywords: aging, community care, social recognition, social valorization, community bonds.

Introducción

En este escrito, problematizamos, desde la teoría del reconocimiento, los procesos y las acciones de las personas mayores en Tlaxcala, y analizamos las experiencias de las vejeces respecto al reconocimiento social y a la falta de estima sobre sí mismos. Nos apoyamos en los aportes de Axel Honneth (2011), quien señala que el reconocimiento social de las personas y de los colectivos (en una comunidad sociocultural) constituye un principio que enmarca el acceso a la justicia social. Además de considerar las condiciones que permiten el mantenimiento de una identidad afectiva positiva y de un trato igualitario, es importante analizar las situaciones sociales en las que se pone en juego el respeto, el valor asignado a las personas y a los colectivos, y la construcción de una imagen positiva de las personas sobre sí mismas (Stemphelet, 2014; Arias, 2017).

Dicha dimensión está sujeta a un conjunto de condicionantes que deben ser observados a partir de la experiencia social, de la posición y de las relaciones sociales que posibilitan, en mayor o menor grado, el reconocimiento social. Desde los vínculos y prácticas comunitarias, definidos como entramados comunitarios (Gutiérrez y Salazar, 2015; Letelier, 2021), analizamos las vivencias, los sentires y las subjetividades de las personas que envejecen, los cuales pueden favorecer o limitar el reconocimiento social de las vejeces en las comunidades de Tlaxcala, México. Nos apoyamos en narrativas que dan cuenta de la construcción de espacios y de prácticas de cuidado apoyadas en la reciprocidad y solidaridad, pero también de experiencias sobre la desconfianza, el miedo, la percepción de inseguridad y el maltrato que evidencian la fragilidad de los vínculos comunitarios.

Nuestra interpretación es de carácter cualitativo y se apoya en las narrativas que reconstruyen las personas al momento de dar cuenta de su experiencia vivida y de reconstruir aquellos eventos que “marcan” su vida y que son significativos al exponer su trayectoria de vida de manera situada. Estas narrativas expresan la capacidad para interpretar su realidad como un ejercicio crítico y reflexivo (Sautu et al., 2020). Para este estudio, se realizó trabajo de campo mediante observación no participante y entrevistas semiestructuradas a siete mujeres y tres varones de entre 60 y 85 años en el estado de Tlaxcala (México), principalmente en los municipios de Apizaco, Santa Cruz Tlaxcala, Atltzayanca, Amaxac de Guerrero y Tlaxcala (ver figura 1).

Los encuentros con las personas se realizaron durante el 2022, acudiendo a las comunidades y a los hogares de los participantes. Para la sistematización de la información, nos apoyamos en el método hermenéutico (Rodríguez y Pelcastre, 2020). El proceso consistió en la ubicación de las narrativas de las personas conforme a sus nociones y experiencias de lo comunitario y los entramados comunitarios. Después, cada una de las citas narrativas se clasificó en aquellas que describen procesos de reconocimiento social o de invisibilización social. A fin de indagar y comprender las particularidades de sus experiencias de vida, las subjetividades, las prácticas y los significados de las personas mayores frente a un proceso diario de búsqueda del reconocimiento como sujetos con ciertas características vinculadas al proceso de envejecimiento, situadas en temporalidades, historias, diversidades, recursos comunitarios y contextos.

 

Figura 1

Mapa de Tlaxcala, México

Mapa de Tlaxcala, México

Fuente: Elaboración propia

 

A lo largo del documento, mencionamos que las prácticas de las vejeces para construir su autonomía, confianza, valorización social, respeto y dignidad individual ponen a prueba los soportes colectivos e intersubjetivos. La articulación de diferentes aportes teóricos y metodológicos nos permite observar las continuidades, los cambios y las demandas en las que se desarrollan las vejeces cotidianamente. Articulando la teoría del reconocimiento de Honneth (2010) y las particularidades de la comunidad y de los entramados comunitarios en Tlaxcala, indagamos sobre la valorización y las subjetividades de las personas envejecidas.

El documento integra los referentes conceptuales que guían la construcción y análisis de datos, es decir, de las prácticas que permiten, en mayor o menor grado, el reconocimiento social desde los vínculos y los entramados comunitarios. La articulación de lo teórico y metodológico con los elementos contextuales nos permite presentar, desde otras latitudes y singularidades, los entramados comunitarios en Tlaxcala, México, y profundizar, desde experiencias sociales, sobre los sentires y los pensares de las vejeces como receptores y protagonistas de estos entramados comunitarios.

A lo largo del texto, sostenemos que la experiencia social del envejecimiento y de la vejez se vincula con los procesos de lucha por el reconocimiento que son latentes en las personas envejecidas, donde los vínculos y entramados comunitarios adquieren un papel fundamental; en ellos se afirma u orienta la construcción de una representación, estima y valor de los sujetos en relación con los otros. Estas primeras reflexiones sobre la vejez y las esferas de lucha por el reconocimiento delinean coordenadas para mirar realidades y necesidades de los envejecimientos. Para reconocer que la experiencia de envejecer está vinculada a las relaciones sociales y al encuentro de subjetividades que se mueven constantemente entre lo individual y lo colectivo. Por ello, los vínculos comunitarios adquieren importancia en la construcción de estas subjetividades y en la lucha por el reconocimiento, frente a la ausencia o negación de protección social.

Nuestra comprensión sobre el envejecimiento y la vejez, la lucha por el reconocimiento social, la comunidad y los entramados comunitarios

El envejecimiento humano es uno de los fenómenos sociales y políticos que reclama una perspectiva interdisciplinaria. Los cambios físicos, las subjetividades y las relaciones sociales que se presentan en el curso de la vida de las personas dan cuenta del momento sociohistórico y de la experiencia social situada de las personas que envejecen. Por ello, es imprescindible pensar en los tipos de envejecimientos y en la multiplicidad de vejeces que existen y que se conforman día a día en relación con los soportes y vínculos sociales que disponen las personas, y que contribuyen en la conformación de su identidad, autoestima, sentido de pertenencia y la experiencia social de envejecer (Dubet, 2007; Honneth, 2006).

Las prácticas y subjetividades que orientan y otorgan un sentido al proceso de envejecimiento se interpelan con los contextos, los proyectos y los vínculos sociales. Asimismo, los discursos sociales, políticos o culturales basados en el edadismo, entendido como discriminaciones, prejuicios y estereotipos sociales basados en la edad, y en el viejismo, es decir, aquellas actitudes y acciones que generan discriminaciones, rechazos, negación y agresión o desagrados dirigidos a las personas que envejecen y al envejecimiento, interfieren, pero no son definitorios en las concepciones y representaciones sobre el envejecimiento y la vejez (Marques et al., 2020; Chang et al., 2020).

Hay una diversidad de experiencias sociales alrededor del envejecimiento. Las vejeces que habitan en entornos sociales diversos dan cuenta de la pluralidad de subjetividades que se reconfiguran constantemente y de la construcción de discursos y prácticas que responden a intereses, necesidades y potencialidades de los sujetos. El establecimiento de estos horizontes de proyectos (para pensar, actuar, ser y sentir) se articula con la interseccionalidad, por lo que la comprensión del fenómeno social del envejecimiento y de la vejez adquiere una complejidad individual, subjetiva y colectiva (Falleti y García, 2017).

Los aportes de Axel Honneth (2010) permiten reflexionar sobre los escenarios y las acciones de desprecio de las que son objeto las personas envejecidas en la interacción con los otros, y las luchas por el reconocimiento. La identificación de sujetos que son olvidados, marginados o excluidos tiene relación directa con la identidad, pues la lucha por el reconocimiento se gesta en medio de los otros, los grupos y las comunidades (Honneth, 2006). En las vejeces es posible reconocer las múltiples formas de lucha por el reconocimiento con los vínculos comunitarios (Cuenca, 2022).

Pepe et al. (2021) afirman que “la lucha por reconocimiento consiste en una disputa o negociación intersubjetiva que los sujetos establecen entre sí de cara a lograr que sean consideradas las reivindicaciones de su identidad (Honneth, 2009)” (p. 13). Los aportes de Honneth han sido clave para pensar los procesos que impactan en la personalidad, valoración social, autoconfianza, autorrespeto, autoestima y en las subjetividades de los individuos y su reivindicación social (Tello, 2011; Honneth, 2006).

Los procesos de lucha por el reconocimiento que despliega el sujeto no solo se dirigen a la conformación de su identidad y legitimidad social, también contribuyen en el desarrollo y horizonte de proyectos de autorrealización. De acuerdo con Honneth, los individuos se viven como propietarios de un estatus, de una preocupación que contribuyen a proyectos particulares y colectivos (2006). Este autor propone tres elementos sobre los cuales se basa la identificación y análisis de la lucha por el reconocimiento: el amor, el derecho y la solidaridad (Honneth, 1997; 2006), que articulamos con la experiencia del envejecimiento.

Respecto a la esfera del amor, Honneth describe que los individuos pueden experimentar falta de cariño o afecto proveniente del otro, en particular de la familia y los amigos. Los actos que reflejan este desprecio pueden ser el maltrato, la violación, la tortura y la sensación de sentirse indefenso ante los otros que dañan su integridad física (Honneth, 1997). Por el contrario, la recepción de afecto alimenta la autoconfianza, la reciprocidad, la seguridad y la preocupación por el bienestar de los otros. Así como la facilidad de expresar sentimientos y afectos, de comunicar la necesidad emocional, para ser y sentirse cuidado por los otros (Stemphelet, 2014), lo que impacta en la seguridad afectiva y física, en la autoconfianza, el reconocimiento de la singularidad y en el establecimiento de relaciones de intercambio de afecto (Honneth, 2010; Cuenca, 2022).

Los vínculos comunitarios pueden ser un medio para compartir expresiones y acciones afectivas, de estima, valor, cuidado y aprecio dirigido a los envejecimientos. Sin negar que las relaciones sociales basadas en el viejismo pueden ser promotoras de un daño o amenaza para las vejeces. La carencia de afecto impacta negativamente según el género y la posición (interseccionalidad) de las personas, pues se pueden profundizar daños en la autoestima, la probabilidad de depresión, aislamiento social, una visión negativa de la vejez y sobre el ser una persona vieja, no sentirse valorados e integrados para el desarrollo de las familias y la comunidad (OMS, 2021). La manifestación de afectos y sentimientos a las personas que envejecen impacta positivamente en el aumento de la autoestima, el valor social, incluso en la ampliación de redes extrafamiliares que contribuyan en el desarrollo de proyectos en la vejez (Arias, 2017).

La segunda esfera es la del derecho. Honneth (1997) sustenta que el sujeto tiene y goza de derechos y de obligaciones en el espacio público, de una igualdad de acceso a oportunidades que beneficien sus proyectos personales y contribuyan positivamente en su subjetividad y valoración social (Hans y Hagelsieb, 2023). El trato igualitario reconoce sus propias particularidades, cualidades y capacidades. Se favorece el autorrespeto y el respeto social (Honneth, 2011). La falta de reconocimiento se expresa en la negación, violación o cuestionamiento de los derechos, en la exclusión social, la negación de la igualdad de la persona y de sus subjetividades. En los individuos, se siente vergüenza al no sentirse valioso y digno de un trato y de derechos (Honneth, 2006; 2010).

Los derechos no deberían negarse o cuestionarse por razones de edad o condición social. Su negación en la vejez impacta en la marginación social, al considerarse como una población no activa; desde criterios de producción y reproducción se pone en cuestionamiento el valor de las vidas que envejecen. Las luchas por el reconocimiento de derechos han logrado ubicar a las personas mayores como sujetos de derechos. Sin embargo, sigue pendiente el acceso y garantía de los derechos, que se interpelan con desigualdades estructurales, de género e interseccionalidad (Stemphelet, 2014; Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2022).

Socialmente, prevalece una concepción sobre las vejeces con un valor diferente e inferior, incluso en términos culturales, que restringen la información, acceso y goce de los derechos de las personas que envejecen (Rovira, 2022). El cuestionamiento o negación de los derechos de las vejeces impacta en la construcción de subjetividades viejistas y edadistas, de percepciones y sentimientos de menor valor como persona, de sus saberes y capacidades, e impacta en la normalización de violencia, maltrato y discriminación por edad (OMS, 2021). Para algunas personas mayores, su interacción se caracteriza por una condición de inferioridad debido a pensamientos o a posturas ideológicas que sostienen que las personas mayores “no aportan” o que “no están actualizadas”, “no saben” o “no tienen la capacidad de aprender” o que “no contribuyen al ser dependientes”.

La tercera esfera corresponde con la solidaridad. Honneth (2011) indica el reconocimiento de las capacidades de los sujetos que se presentan en lo colectivo, en los grupos o en los proyectos comunes. Su visibilización y valorización social fomenta la autoestima de los sujetos al compartir y ser recibidos por los otros (Honneth, 1997). El reconocimiento de sus capacidades y habilidades favorece procesos de igualdad, de integración y de seguridad (Honneth, 2006). Pero cuando no se valoran sus aportes en los grupos, al no ser considerados como útiles y válidos, se generan estigmas, humillación, injusticia, daño a la integridad y a la seguridad afectiva de los sujetos (Honneth, 2010; Cuenca, 2022).

Las vejeces contribuyen en la continuidad de proyectos y en la reproducción de la vida social (vida en la que ellos participan). En estos espacios, reafirman su identidad y el valor de sí mismos en el encuentro con el otro. Cuando se niega la participación, los saberes y las capacidades de las personas envejecidas se genera una imagen negativa de la condición de la vejez. En la esfera afectiva, los sujetos envejecidos presentan cambios en su autoestima; su confianza se ve disminuida y las posibilidades de participar en proyectos colectivos se limitan, agudizando actitudes, ideas y representaciones viejistas (Chang et al., 2020).

La teoría del reconocimiento de Honneth ofrece una vía para abordar las experiencias sociales de los sujetos en sus entornos y en relación con otros actores, así como la capacidad que tienen los sujetos de ser conscientes de sus vivencias, sentires y pensares, y de las luchas dirigidas al reconocimiento dentro de sus capacidades y de sus cursos de vida. En su conjunto, “el reconocimiento y las autorrealizaciones que se obtienen son imprescindibles para que el viejo sea capaz de planificar y desarrollar un plan vital, en el que él mismo pueda asumir un rol protagónico en el proceso de toma de decisiones” (Stemphelet, 2014, p. 57).

 

La comunidad y los entramados comunitarios

Sostenemos la importancia de considerar las prácticas de interacción de cuidado y solidaridad como espacios que contribuyen al reconocimiento de las personas mayores en su cotidianidad. Para ello, es fundamental distinguir entre la comunidad, lo comunitario y los entramados comunitarios, a fin de tener algunos referentes conceptuales para la lectura de los hallazgos del trabajo de campo.

Cuando pensamos en la comunidad y en lo comunitario, surge una multiplicidad de referencias o ejemplos que aluden a procesos complejos y que adquieren matices contextuales (Linsalata y Salazar, 2015). De acuerdo con González (2019), la noción de comunidad refleja aquellos espacios territoriales y sociales delimitados en los que las personas y los colectivos desarrollan sus proyectos de vida, sus objetivos comunes para la reproducción de la vida social, y en los que se reproduce una cultura compartida. Esta primera referencia es la más habitual, al igual que definiciones que subrayan la dimensión de la integración y cohesión social, minimizando aquellas expresiones de violencia, desigualdades, conflictos y tensiones que se producen y reproducen en la comunidad.

En consecuencia, se romantiza la comunidad al pensarla como una realidad homogénea, con esquemas de vida compartidos por los integrantes de ese lugar. Además, la delimitación del espacio territorial no es imprescindible para generar, pensar o construir comunidad. Por otro lado, se alude a lo comunitario como aquellos vínculos donde se comparten valores e intereses que promueven un sentido de pertenencia e identidad. González (2019) afirma que “la acepción de comunidad, entendida como relación, destaca las interacciones intersubjetivas que se dan entre las identidades individuales y el sentimiento de pertenencia generado por lo comunitario” (p. 100).

Es importante aclarar que los vínculos comunitarios no siempre son los mismos, ni todos los habitantes los comparten o están en el mismo nivel de implicación y significado. Esto resalta las tensiones y los conflictos inherentes a la complejidad y dinamismo de las comunidades y de sus habitantes. Lo comunitario permite pensar desde las singularidades de los sujetos, la praxis, los escenarios, las condiciones y necesidades, los recursos que se presentan durante la interacción y las relaciones de reciprocidad específicas de un lugar o situación.

Gutiérrez y Salazar (2015) y Letelier (2018, 2021) señalan que los entramados comunitarios son una cualidad de las relaciones. Estos se definen como todos aquellos lazos más o menos permanentes, ya que se construyen y reconstruyen a lo largo del curso de la vida. Son vínculos que adquieren valor por el uso y sentido que les otorgan los sujetos con base en las circunstancias, necesidades o significados que les adjudican. Es decir, como una forma de reproducir la vida social: “a través de la generación y re-generación de vínculos concretos que garantizan y amplían las posibilidades de existencia colectiva —y por tanto individual en tanto producen una trama social siempre susceptible de renovación, de autoregeneración” (Gutiérrez y Salazar, 2015, p. 21).

En este sentido, Letelier, Micheletti y Vanhulst (2016) indican que los entramados comunitarios aluden a cualidades de las relaciones sociales y carecen de una forma definitiva de manifestarse, ya que pueden ser de distintos tipos y escalas, pero constituyen el soporte de la vida social. Además, “están habitados por personas con diversos niveles de conciencia sobre su papel. Pueden incluso ser completamente inconscientes acerca de él” (Letelier, 2021, p. 104). Los entramados comunitarios pueden ser encuentros cotidianos que no necesariamente son intensos, pero que aportan a la solidaridad, cuidado común y estima. Son relaciones sociales que se dirigen a satisfacer las necesidades básicas de existencia social, y por ende, individual (Honneth, 2010; Paugam, 2012; Letelier, 2018). Además de garantizar la continuidad, cuidado y producción de los vínculos que conforman lo comunitario.

Como se analiza en el próximo apartado, los entramados comunitarios impactan en la identificación de los sujetos, en la manifestación de acciones de acompañamiento, apoyo y cuidado que adquieren matices y cualidades. Los entramados comunitarios son construidos, validados y adquieren significados individuales, reafirman la existencia de los sujetos y fortalecen las cualidades de dichos vínculos. Enfatizar en los vínculos y prácticas que dan forma a los entramados comunitarios nos invita a cuestionar la importancia o el valor que damos a aquellas interacciones diarias que, sin ser programadas, se desarrollan en un instante y generan un impacto positivo en la vida de los sujetos, reafirmando la identidad, el sentido de pertenencia, el reconocimiento y el cuidado que se gesta en la reafirmación de nuestras peculiaridades o necesidades.

En el mismo sentido, Paugam (2012) puntualiza que la interacción social contribuye al reconocimiento de la existencia de los individuos, siempre en y desde la mirada de los otros. Los entramados comunitarios se reflejan en los actos simbólicos, algunas veces en intercambios materiales, y en conjunto responden a la estima, valor y reconocimiento que se otorga y mantiene en la cualidad de los vínculos comunitarios.

Coincidimos con Letelier (2021) al puntualizar que la necesidad de “contribuir a la construcción de una mayor conciencia sobre los entramados comunitarios requiere conceptos, lenguajes y relatos que permitan articular y dar significado propio a las diversas experiencias comunitarias en las que participamos” (p. 107). Como se identificará en los relatos y las experiencias, se resalta la importancia de reflexionar sobre la utilidad social de los vínculos comunitarios para el intercambio de sentires, experiencias de vida, escucha, retroalimentación, acompañamiento y apoyo material o moral en el transcurso de ciertas dificultades.

 

Prácticas y sentidos de lo comunitario en Tlaxcala

Hemos señalado que los vínculos comunitarios son un recurso que favorece el reconocimiento social. En las comunidades de Tlaxcala, México, se identifican formas de organización social tradicional, así como ritos y costumbres que provienen de los antecedentes indígenas. Estos aspectos marcan una forma y un sentido de la vida desde los vínculos comunitarios y conforman una identidad tlaxcalteca (Toledo, 2022; Fagetti, 2002). La cultura tlaxcalteca adquiere mayor fuerza en el sur del estado, donde se observa una continuidad de formas de organización comunitaria basadas en el sistema de cargos, lo cual ha permitido adecuaciones, optimización y ajustes frente a los impactos económicos y políticos derivados del mercado de trabajo y los cambios sociales en la región (Toledo, 2022; Salas y González de la Fuente, 2013).

Tlaxcala es uno de los estados más pequeños de la república mexicana. Se ubica en el Altiplano Central Mexicano y colinda con los estados de Hidalgo, Puebla y el Estado de México (ver figura 1). El estado se conforma por 60 municipios y tiene una población total de 1,342,977 habitantes, de los cuales el 83 % vive en espacios urbanos y el 17 % en comunidades rurales (INEGI, 2023).

En sus comunidades, se prioriza lo colectivo sobre lo individual y un sentido de pertenencia regional a lo largo de la vida y en la vejez, debido principalmente a la reproducción de tradiciones, costumbres y formas de organización local (Vivaldo y Olvera, 2019). En el cuidado familiar, persisten matices que implican la permanencia del ultimogénito en la casa paterna, quien en algunos casos hereda la propiedad en compensación por el cuidado brindado a los padres en la vejez (Toledo, 2022). Los vínculos comunitarios se sostienen en las relaciones de parentesco y de compadrazgo, optimizándose para el intercambio de apoyos a lo largo de la vida con la familia y la comunidad.

Lo comunitario se sustenta en saberes y formas de organización que se apoyan en la reciprocidad y en un sistema de seguridad social comunitario que se expresa en el apoyo mutuo en momentos específicos, como fallecimientos, duelos y situaciones de enfermedad (Vivaldo et al., 2021; Zahuantitla et al., 2018). Así, los entramados comunitarios se presentan en interacciones vecinales, manifestaciones de cuidado y acompañamiento, y en la implicación en actividades que responden a una intención de apoyo y solidaridad.

 

Entramados comunitarios para el despliegue de luchas por el reconocimiento en el envejecimiento y la vejez

Los procesos de reconocimiento y autorrealización de las vejeces se acompañan del encuentro de intersubjetividades con los vínculos. Lo comunitario es importante para el proceso de envejecimiento y la vivencia de la vejez, caracterizada por relaciones de afecto, reconocimiento de derechos y prácticas de solidaridad. Sin embargo, su comprensión adquiere matices desde las vivencias de las personas. Al mismo tiempo, lo comunitario está en constante reajuste e interacción con procesos estructurales y subjetivos que pueden incidir en la fragilidad de los vínculos y tener impactos negativos en la vida de las personas mayores, al ser concebidos como cuerpos y subjetividades que no contribuyen al desarrollo de las comunidades, pues sus saberes, experiencias y necesidades no corresponden con las de los contemporáneos.

Con base en las narrativas de las personas que están envejeciendo, se identificaron y agruparon aquellas experiencias o sentires que aluden a su relación, vivencia y participación en los entramados comunitarios. Como se expondrá en el apartado “Experiencias orientadas a la visibilización y reconocimiento de la vejez en la comunidad”, las personas mayores señalan vínculos y situaciones que contribuyen al apoyo y cuidado, trato igualitario, respeto, y acciones de solidaridad y reciprocidad dirigidas a las personas envejecientes. También, en el apartado “La fragilidad de los vínculos comunitarios y su incidencia en el reconocimiento de los envejecimientos y las vejeces” se exponen sus preocupaciones frente a los cambios caracterizados por el miedo, la desconfianza, la inseguridad, el maltrato o violencia, vivencias que reflejan una preocupación por la fragilidad de los vínculos en la vejez.

 

Experiencias orientadas a la visibilización y reconocimiento de la vejez en la comunidad

Entre las personas entrevistadas se resaltan las ventajas de tener algún negocio en la comunidad, además de favorecer su autonomía económica, como un espacio de encuentro y relación constante con los vecinos.

“Que vienen los compadritos, conocidos, o que vienen aquí, por ejemplo, platiquita de cómo está, o luego vienen a comprar aquí los vecinos” (Mujer, comunicación personal, 2022).

Además de los espacios de interacción con la comunidad, las personas mayores destacan los apoyos que surgen a partir de estos procesos de interacción. Apoyos que mantienen el vínculo comunitario como reductor de incertidumbre, por ejemplo, en situaciones de emergencia.

“La otra señora es muy buena onda conmigo, ve por mí, está al pendiente ¿doña Gisela cómo está?, me llama, me viene a ver, no se preocupe yo me voy a ir a hacer la guardia con usted al hospital, son cosas, son detalles que tú identificas y dices híjola, hasta te ves en la necesidad de corresponder en algo con ella” (Mujer, comunicación personal, 2022).

Al igual que los apoyos, adquiere importancia la socialización que se construye dentro de la comunidad. Los participantes aludieron situaciones en las que ellas ofrecen o en otro momento reciben apoyos en el mismo lugar donde viven. Las personas mayores resaltan que la socialización con varios integrantes de la comunidad es una forma de compartir su historia de vida. Esto permite que la comunidad identifique a las personas mayores y también es una oportunidad para establecer vínculos personales, para intercambiar sentires y pensares propios sobre la vejez o alguna situación en particular.

“Es bonito porque se va conociendo uno más, va conviviendo más, porque pues todos tenemos problemas en casa, y a veces es lo que necesitamos nosotros como adultos, deshojarnos, porque sí son pesares que pues no puede uno contar a cualquiera” (Mujer, comunicación personal, 2022).

Esta expresión es significativa, pues refleja la necesidad de establecer vínculos fuera del espacio doméstico y familiar. Por ello, los entramados comunitarios adquieren relevancia durante el proceso de envejecimiento, al conformar una identidad de los sujetos en la vejez, en contextos específicos y con variadas vivencias y cursos de vida que se siguen construyendo en el envejecimiento. Así como en la configuración de los sentidos y significados sobre la vejez y el ser una persona que envejece.

Las personas entrevistadas señalan la importancia de seguir manteniendo una comunicación diaria con las personas.

“Así como empieza uno de joven, que te hablan bien, te platican bien, así me gustaría terminar, sí. Pero sí me gustaría que no dejaran de hablarle a uno” (Mujer, comunicación personal, 2022).

Esta expresión adquiere relevancia debido a que es un acto de visibilización de los cuerpos envejecidos y de las subjetividades de las vejeces para/con la comunidad, situación que busca que se mantenga a lo largo de vida. No porque se tenga una edad mayor de 60 años o más, o incluso por evidenciar rasgos físicos asociados a la vejez, se debe limitar el reconocimiento de los cuerpos, saberes y sentires de las personas mayores. Al no reconocer el cuerpo, igualmente se invisibiliza a esos sujetos, sus subjetividades y su capital social.

Cabe mencionar que varios de los participantes indicaron el interés de seguir participando en los entramados comunitarios mediante la interacción con los vecinos. Estas ideas se gestan en el reconocimiento, la existencia y participación con otras personas mayores, e incluso de mayor edad, o en condiciones que requieren apoyos para la movilidad personal. Dicha interacción favorece la identidad y el reconocimiento social (Paugam, 2012; Honneth, 2010).

Las personas envejecientes compartieron la relevancia de los vínculos y entramados comunitarios para el cuidado y apoyo dirigido a las personas mayores. Resaltan las prácticas sobre el cuidado de las vejeces.

“Todavía hay gente que te da el paso, o que te dicen, ‘espere, doña Lili, ahorita se pasa, mire viene un carro’, y como luego con el bastón me ven, me dicen ‘ya se va doña Lili, le ayudo a bajar’ y me ayudan a cruzar la calle, o que nos ayudan con las cosas, también con las otras personas que luego van caminando, nos cuidan. Yo digo que la gente aún es humanitaria” (Mujer, comunicación personal, 2022).

Estas prácticas de cuidado desde los vínculos comunitarios no solo se dirigen de otros grupos de edad a las personas mayores, sino que las vejeces también ofrecen su apoyo, especialmente a otras personas mayores que tienen mayor edad o tienen problemas que afectan su movilidad en las calles de la comunidad.

“He visto personas así que de veras ya no pueden, mi comadrita de aquí de la esquina, luego, si la alcanzo a ver salgo y ya la acompaño, ‘¿dónde va usted?’, ‘a traer las tortillas’, ‘a ver, vamos a traer las tortillas’, ya la agarro del brazo; una señora, pues ya tiene creo 90 años” (Mujer, comunicación personal, 2022).

Estas experiencias aluden a prácticas de apoyo entre las vejeces, favoreciendo la identificación de las prácticas cotidianas de las personas mayores con los vínculos comunitarios, las posibilidades de seguir envejeciendo y continuar realizando actividades en la comunidad. Como aluden varios de los testimonios, dichas acciones son un ejemplo, un referente del futuro en el envejecimiento, una forma de ser visibles y buscar el reconocimiento en la comunidad.

Entonces, el sentido del envejecimiento se vincula con la movilidad en las calles, la continuidad en el desarrollo de actividades propias, en el apoyo y cuidado mutuo. Es decir, una vejez activa, interdependiente, y con la intención de mantener una interacción, reciprocidad y apoyo en lo comunitario como búsqueda del reconocimiento social.

Particularmente, se destacan prácticas de apoyo, proveniente de las personas mayores o a la inversa, en respuesta a las necesidades y circunstancias del envejecimiento, por ejemplo:

“Que se murió la vecinita o el vecinito, me han llamado para rezar los rosarios, lo hago con mucho gusto, me dicen ‘¿cuánto es?’, no, ¿cómo cree?, lo hago con mucho gusto, ya Dios me ha dado mucho como para no repartirlo y tener ese tipo de detalles o de compatibilidad con las personas que están a mi alrededor” (Mujer, comunicación personal, 2022).

“Le digo a mi esposa ‘necesito que vayamos al hospital, aquí está nuestro vecino, ahora sí que pues me lleve’; y con ellos sí, todavía había mucha relación muy cercana, me dijo que sí, y nos llevó” (Hombre, comunicación personal, 2022).

Estas experiencias nos invitan a identificar y a pensar en la interdependencia sobre el cuidado de la vida en los entramados comunitarios. Prácticas de las cuales las personas mayores se benefician, pero también contribuyen con recursos tanto materiales como con saberes de diversa índole, en la continuidad de tradiciones, referentes históricos o situaciones sobre la comunidad.

Acciones que, en las comunidades donde se realizó este estudio, predominan relaciones caracterizadas por una mayor existencia de prácticas orientadas al apoyo, solidaridad, interdependencia y cuidado comunitario, las cuales adquieren mayor valor en situaciones de enfermedad o dificultades personales (ver figura 2). Ejemplo de ello son las siguientes narrativas, mismas que pueden contrastar con las narrativas que se presentan en el apartado sobre la fragilización de los vínculos y con la figura 4.

“Cuando estuve internado en el hospital, mis vecinos, amigos y compadres cuidaron de mis terrenos, de mis animales, los venían a ver diario, y el dinero de la venta de la leche o de lo que se sembró y la venta, se lo daban a mis hijos” (nota de campo, septiembre, 2022).

“Fue un apoyo demasiado grande, eso nunca lo voy a pagar, con toda esa gente, jamás; el dinero se paga, pero esas cosas jamás se pagan en la vida” (Hombre, comunicación personal, 2022).

 

Figura 2

Los espacios y lo comunitario

Los espacios y lo comunitario

Fuente: Autoría propia. Se retrata cómo el espacio físico propicia formas de lo comunitario y de entramados situados en Atltzayanca, Tlaxcala.

 

Los entramados comunitarios en Tlaxcala contribuyen a la formación y consolidación del sentido de pertenencia y la identidad en la vejez. Se mantiene una seguridad a lo largo del proceso de envejecimiento debido a que las formas de envejecer y los sentidos de las vidas de las personas mayores se construyen en relación con los otros (ver figura 3).

“Bonita la vejez, porque vive uno con lo que quiere uno, hasta qué quiere uno, en el campo y con los animales” (Hombre, comunicación personal, 2022).

Por ello, los entramados comunitarios contribuyen a conformar una naturalidad del proceso de envejecimiento con sus cambios y adaptaciones, alejándose de la negación o reproche, y anclándose en prácticas de solidaridad y cuidado mutuo en la cotidianidad.

 

Figura 3

Vivir la vejez en el campo

Vivir la vejez en el campo

Fuente: Autoría propia. Se retrata el proyecto de envejecer en el campo y con los animales en Atltzayanca, Tlaxcala.

 

La fragilidad de los vínculos comunitarios y su incidencia en el reconocimiento de los envejecimientos y las vejeces

En otras experiencias sobre los entramados comunitarios y las personas mayores, es necesario mencionar elementos que consideramos apuntan a problemáticas sentidas o vividas por las vejeces. Con la intención de reconocer los cambios contemporáneos, es decir, la reconfiguración del territorio, las lógicas que fragmentan lo colectivo, los vínculos comunitarios y, por tanto, afectan el desarrollo de los envejecimientos.

En primer lugar, mencionamos experiencias que refieren una reconfiguración del territorio y los vínculos comunitarios desde el contexto de viviendas de interés social y la presencia de cambios debido a la instalación de mercados, escuelas, nuevas personas que habitan las unidades habitacionales provenientes de otros estados o comunidades. Estas características y cambios están ligados a la urbanización de los espacios. Las personas mayores que residen en estos lugares relatan vivencias sobre la inseguridad y la pérdida de redes vecinales que en algún momento funcionaron como red de apoyo.

“La mayor parte de las personas que están habitando las casas ya no son los dueños; son gente que está rentando, y en esa parte cambia mucho la relación con los vecinos” (Hombre, comunicación personal, 2022).

Además de la modificación de dueños o habitantes de las casas, se presentan transformaciones que afectan la interacción y la creación de vínculos comunitarios en las personas que envejecen, a causa de violencia e inseguridad social (ver figura 4).

“Ya muy poca gente nos acercamos a platicar, la que va llegando como que le tenemos recelo porque a veces han sucedido aquí cosas en las casas que llegan a rentar y que nos encontramos que son gente un poquito mala” (Hombre, comunicación personal, 2022).

“El otro día se estaban peleando ahí y que le habló la patrulla. Que no, que no venían porque aquí ya está zona de riesgo. ‘No, no’, [dice] ‘porque usted está en una zona de riesgo y por ahí no vamos’. Le digo, ‘pero si estamos casi en el centro’. Entonces, sí, me da miedo” (Mujer, comunicación personal, 2022).

 

Figura 4

Otras formas de significar lo comunitario desde la vejez

Otras formas de significar lo comunitario desde la vejez

Fuente: Autoría propia. Se retrata lo comunitario en Apizaco, Tlaxcala.

 

Las experiencias de las vejeces respecto a los cambios en lo comunitario inciden en la manera en que las personas mayores pueden o no establecer vínculos y participar en entramados comunitarios a los cuales recurrir en situaciones que requieren de un apoyo inmediato por salud e inseguridad. Estas circunstancias pueden favorecer acciones asociadas a procesos de invisibilización de las personas que están envejeciendo:

“A mí me gustaría que, que al menos la combi se parara, nos dejaran subir. Sí me gustaría que fueran más conscientes en el trato” (Hombre, comunicación personal, 2022).

“No te respetan, vas caminando en la calle y te empujan” (Mujer, comunicación personal, 2022).

“Caminando en la calle y acabando de llover, pasa un carro y me moja desde mi cintura hasta abajo. Acabo de dar unos cuantos pasos y ahí viene el otro, ¡órale!, ¡Dios mío, sentí tan feo, me dio coraje, me dio sentimiento, me dio de todo! Yo digo, ¿por qué le hacen esto a uno?” (Mujer, comunicación personal, 2022).

Las experiencias sociales de los cuerpos envejecidos en espacios urbanizados, en la movilización en transporte público o en espacios públicos, se tornan con indiferencia ante los cambios en el cuerpo humano por razones de edad o por condiciones físicas o de funcionalidad. Para las personas mayores, estas vivencias los llevan a cuestionar las formas en las que se establece una interacción y la ausencia de reconocimiento de aquellos cuerpos y sujetos envejecidos en espacios públicos. Indican una violencia, negación, discriminación y no reconocimiento de las personas envejecientes. En razón de estas experiencias, es clara la demanda que hacen las personas mayores.

“Yo pienso que como que hay que tener precaución o respeto” (Hombre, comunicación personal, 2022).

Tales experiencias sociales pueden ser comunes en espacios urbanos y muestran cómo afectan la existencia, la confianza, la movilidad, el sentir y los sentimientos que se generan en las personas mayores día a día. Expresiones de indignación, enojo y exclusión que pueden limitar la continuidad de actividades o proyectos que desarrollan las personas mayores, y que promueven una percepción y sentimientos sobre la desvalorización social y el desprestigio (Honneth, 2011). En síntesis, son otras experiencias sociales de las personas mayores que deben abordarse desde los vínculos y entramados comunitarios y su incidencia en el mayor o menor grado de reconocimiento social.

Los resultados indican los matices de las vivencias y estrategias orientadas a la lucha por el reconocimiento con y para las personas envejecidas. En los relatos de situaciones ligadas a la desconfianza, el miedo y la invisibilización en las personas mayores, se observa la conciencia sobre los actos de no reconocimiento. A la par, se exponen las posibilidades para iniciar procesos y acciones de cuestionamiento y de recursos para parar o erradicar tales actos de no reconocimiento que viven y sufren las vejeces.

Discusión

Hemos señalado que los entramados comunitarios favorecen prácticas de reconocimiento social en las vejeces de Tlaxcala. También hemos observado cambios en la configuración del espacio social que ponen a prueba los vínculos comunitarios en las localidades estudiadas. La participación de las personas en la reproducción de lo comunitario y la interacción con los demás inciden en la autopercepción de las personas envejecidas. Los testimonios subrayan la importancia de mantener o crear espacios que reproduzcan los vínculos sociales y que refuercen la autoestima, el respeto, la confianza y la seguridad. No obstante, también existen evidencias de la “preocupación” por la fragilidad de lo comunitario debido a la precarización de la vida y a la violencia que impacta en la trayectoria de las personas y las colectividades.

La importancia de contar con espacios que mantengan y fortalezcan los vínculos comunitarios se identifica como esencial para el reconocimiento de las necesidades, cuidados y apoyos que requieren las personas mayores. Estos espacios no solo son lúdicos o de intercambio que favorecen la socialización de la experiencia de vida (tanto propia como colectiva), sino que también se dirigen a la construcción de redes de apoyo y solidaridad. Por lo tanto, estos espacios de auto-reconocimiento y las relaciones de reciprocidad constituyen un soporte o componente del capital social de las personas mayores.

En el envejecimiento, estos espacios y recursos se activan en acompañamiento o en ausencia de otras redes de apoyo o soportes familiares o institucionales a través de políticas sociales y del Estado. La experiencia de envejecer es interdependiente; no es un proceso individual, sino que se construye en relación con los demás, y los vínculos comunitarios son fundamentales. Las personas envejecidas no solo son receptoras de apoyos, cuidados y servicios, sino que también ofrecen sus recursos (materiales y simbólicos), sus saberes y hasta su fuerza de trabajo en la creación y reproducción de espacios y prácticas que contribuyen al desarrollo comunitario y al autodesarrollo de quienes envejecen.

En las narrativas de las personas, el envejecimiento es más que un proceso común en los humanos o una etapa esperada en la vida. Es un proceso que también pone a prueba a quienes envejecen, especialmente en cuanto a los soportes y vínculos comunitarios que permiten el reconocimiento social. Aunque la vejez se identifica como una etapa en la vida, persiste la idea de que la condición de viejo significa el fin de la vida productiva. Las personas mayores enfrentan este estigma con otros referentes que desafían las lógicas de reconocimiento predominantes en un lugar y la capacidad de crear espacios de reconocimiento e interacción que reproducen la idea de comunidad propia.

Este proceso no está exento de tensiones sociales. Enfatizamos que el significado de envejecer se sostiene en las relaciones y actividades construidas con otros: familiares, vecinos y pobladores de la comunidad. La seguridad de saber que alguien responderá a las “llamadas” de apoyo en situaciones de emergencia es esencial para la configuración de subjetividades que apelan a la reciprocidad y al reconocimiento social.

El significado de la vejez se apoya en la interacción comunitaria y en el intercambio de experiencias personales (positivas y negativas), problemáticas (propias o familiares), deseos y aspiraciones para la vida presente. Vivir una vejez caracterizada por el reconocimiento implica contar con espacios en los que se reconozcan y encuentren esas trayectorias de vida, cuerpos y capital social que habitan en las personas mayores.

Las experiencias sociales de las vejeces respecto a la fragilidad de los vínculos y entramados comunitarios influyen en la modificación de las prácticas de las personas mayores, en sus proyectos, en sus vínculos sociales y en la percepción y condición de seguridad individual y colectiva. Por ejemplo, la violencia y la delincuencia contribuyen al mantenimiento de un estado de alerta y al distanciamiento entre los pobladores, lo que atenta contra la solidaridad, la autoconfianza y la integridad física y afectiva.

Algunos testimonios exponen desconfianza hacia los demás, mientras que los vínculos sociales entran en tensión o ponen a prueba las lógicas de integración y pertenencia. Además de las “dificultades” narradas que exponen la recomposición de la vida comunitaria, también existen acciones de maltrato y exclusión social en la esfera doméstica y en los espacios públicos. Detrás de estas situaciones, la invisibilización de los cuerpos, las subjetividades y los sentimientos de las personas que están envejeciendo constituye un tema de interés público.

La experiencia social de la vejez en estos entornos violentos refuerza o afecta la percepción sobre la vejez y sobre las personas mayores como un “estorbo” o una “carga social” para la familia y la comunidad. Incluso, refuerza la idea de mantenerse seguros en el entorno privado. El miedo, la angustia y la inseguridad personal, por lo tanto, trascienden el ámbito privado, implicando que el proceso de envejecimiento y la condición en la que habitan las personas mayores requieren comprender la recomposición de los vínculos y entramados comunitarios.

Conclusiones

Las evidencias concluyen que los procesos de lucha por el reconocimiento en el envejecimiento y en la vejez van más allá de la búsqueda de respeto, al poner a prueba los vínculos comunitarios y los procesos de socialización desarrollados en un territorio y comunidades políticas específicas, con su historia y cultura. La experiencia social de las personas mayores, o los significados atribuidos a la vejez, refleja no solo el ámbito de lo privado. Las experiencias y significados negociados alrededor de la vejez ponen a prueba los entramados comunitarios y las representaciones políticas relacionadas con la vejez.

Consideramos relevante continuar investigando los procesos de lucha por el reconocimiento y la dignidad humana en la vejez desde los vínculos comunitarios. En este ejercicio, deben considerarse la trayectoria, posición e interseccionalidad de las personas y colectivos, la historia local y la configuración de los vínculos comunitarios que inciden en los proyectos de vida en la vejez. Esta primera aproximación ofrece elementos para focalizar y profundizar en el estudio situado y en el análisis de la comunidad como un espacio en el que se manifiesta públicamente la lucha por el reconocimiento que emprenden las vejeces desde los entramados comunitarios, como una alternativa frente a la ausencia de protecciones y la estigmatización de los cuerpos envejecidos. Estas categorías de análisis se representan en el siguiente esquema (ver figura 5).

 

Figura 5

Categorías para comprender el reconocimiento social de las vejeces desde lo comunitario

Categorías para comprender el reconocimiento social de las vejeces desde lo comunitario

Fuente: Elaboración propia.

 

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Dirección de correspondencia:

Montserrat Olvera Grande

Contacto: molveragrande@gmail.com

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1 Doctorante en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, Universidad Autónoma de Querétaro, México. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3221-3425. Correo electrónico: molveragrande@gmail.com

2 Doctor en sociología. Universidad Autónoma de Querétaro, México. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7507-4552. Correo electrónico: edgar.belmont@uaq.edu.mx